\u00bfC\u00f3mo llegar al monte Oyama?<\/a><\/li><\/ul><\/div><\/div>\n\n\n\nRevive una experiencia similar a la de los peregrinos del periodo Edo en el monte Oyama<\/h2>\n\n\n\n Nuestro recorrido comienza en Koma-sando<\/strong>, una calle de piedra rodeada de tiendas de recuerdos. All\u00ed podr\u00e1s encontrar las oyama koma<\/em>, unas peonzas artesanales tradicionales utilizadas como amuletos de la buena suerte, y peque\u00f1os restaurantes que sirven especialidades locales como tofu <\/strong>hecho con agua pura de la cordillera de Tanzawa. Esta calle comercial es tan pintoresca que se me pas\u00f3 el tiempo volando y no me di cuenta de los 362 escalones que ya hab\u00eda subido que sub\u00ed, animada por simp\u00e1ticos carteles que dicen frases como \u201c\u00a1ya casi has llegado!\u201d.<\/p>\n\n\n\nA partir de aqu\u00ed encontramos dos caminos que llevan primero al templo Oyama-dera<\/strong> (\u5927\u5c71\u5bfa), y luego a la parte inferior del santuario, Oyama Afuri Jinja Shimosha<\/strong> (\u5927\u5c71\u963f\u592b\u5229\u795e\u793e\u4e0b\u793e). Como empezaba a anochecer, hicimos un poco de \u201ctrampa\u201d tomando el funicular<\/strong>, una opci\u00f3n pr\u00e1ctica para los excursionistas principiantes, ya que se sube 700 metros en seis minutos. Y aunque se tardan otros 120 minutos en subir hasta la cima del santuario, podr\u00e1s disfrutar de la magn\u00edfica vista panor\u00e1mica desde el famoso Honsha (\u672c\u793e) en la cima, con dos estrellas en la Gu\u00eda Verde Michelin. En un d\u00eda despejado, \u00a1se puede ver la isla de Enoshima e incluso Tokio!<\/p>\n\n\n\n\n <\/figure>\n\n\n\n <\/figure>\n\n\n\n <\/figure>\n<\/figure>\n\n\n\nAqu\u00ed pudimos revivir la tradici\u00f3n iniciada por el samur\u00e1i Minamoto no Yoritomo durante el periodo Kamakura, cuando ofreci\u00f3 su espada al santuario. Esto llev\u00f3 a muchos peregrinos del periodo Edo a ofrecer largas espadas de madera llamadas osamedachi<\/em><\/strong>. El fervor por este peque\u00f1o ritual era tan grande que algunos no dudaban en cargar con sus espadas de madera de seis o siete metros de longitud hasta el santuario.<\/strong><\/p>\n\n\n\n\n <\/figure>\n\n\n\n <\/figure>\n\n\n\n <\/figure>\nEste tipo de escenas tambi\u00e9n se representan en los grabados ukiyo-e<\/em> de la \u00e9poca.<\/figcaption><\/figure>\n\n\n\nRepresentaciones impregnadas de tradici\u00f3n y espiritualidad<\/strong><\/h2>\n\n\n\nDentro del santuario, rezamos una oraci\u00f3n en silencio y presentamos nuestro osamedachi<\/em>. Y despu\u00e9s, presenciamos la danza ritual sagrada kagura<\/em><\/strong>, dedicada a las deidades sinto\u00edstas. En un ambiente impregnado de espiritualidad, al ritmo de los tambores tradicionales y la suave melod\u00eda de una flauta, la joven sacerdotisa realiz\u00f3 gestos con una gracia excepcional. La belleza de los accesorios que adornaban su cabello y la fluidez de su traje rojo y blanco de mangas anchas contribu\u00edan innegablemente a la elegancia de cada uno de sus movimientos<\/strong>, cautivando mi atenci\u00f3n. Qu\u00e9 suerte tuve de poder admirar semejante espect\u00e1culo en este santuario, cuyos or\u00edgenes se dice que remontan a m\u00e1s de 2.200 a\u00f1os. Un momento realmente privilegiado.<\/p>\n\n\n\nLa ceremonia del t\u00e9<\/strong>, otra tradici\u00f3n cultural en la que hab\u00edamos participado ese mismo d\u00eda, fue igual de interesante de observar. Era la primera vez que asist\u00eda a una ceremonia as\u00ed al aire libre, con un escenario ligeramente nuevo y simplificado. Despu\u00e9s de que nuestra anfitriona, vestida con un magn\u00edfico kimono, organizara el espacio y purificara los instrumentos, prepar\u00f3 el t\u00e9: midi\u00f3 la cantidad adecuada de polvo matcha, verti\u00f3 el agua caliente y bati\u00f3 en\u00e9rgicamente la mezcla con una herramienta de bamb\u00fa hasta que se form\u00f3 una espuma delicada, intensa y de color verde brillante.<\/strong> <\/p>\n\n\n\nCon una leve inclinaci\u00f3n de cabeza, recibimos agradecidos entre las manos el fruto de este ritual extremadamente preciso, contemplando el cuenco con silenciosa admiraci\u00f3n. Mucho m\u00e1s que una simple degustaci\u00f3n de t\u00e9, esta ceremonia es una experiencia est\u00e9tica y espiritual destinada a apreciar la belleza sencilla<\/strong> y la paz interior.<\/p>\n\n\n\n\n <\/figure>\n\n\n\n <\/figure>\n\n\n\n <\/figure>\n<\/figure>\n\n\n\nCerca de all\u00ed, en este marco natural excepcional, nos esperaba un vasto escenario de madera ba\u00f1ado por la suave luz del sol. Estaba listo para acoger una representaci\u00f3n de dos g\u00e9neros del teatro tradicional japon\u00e9s:<\/strong> el noh<\/em> y el ky\u014dgen<\/em><\/strong>. El primero, un teatro dram\u00e1tico vinculado a la tradici\u00f3n religiosa, explora temas serios y espirituales con personajes como dioses, fantasmas y guerreros. El segundo era menos familiar para m\u00ed, pero me sorprendi\u00f3 gratamente descubrir un teatro que representa situaciones c\u00f3micas de la vida cotidiana. Gracias a Meguro-san, ya conoc\u00edamos de antemano la sinopsis de ambas obras, y a trav\u00e9s de los movimientos de los actores es realmente f\u00e1cil captar la historia.<\/p>\n\n\n\nPero la experiencia se hizo m\u00e1s memorable al poder ir despu\u00e9s entre bastidores<\/strong> para recibir explicaciones sobre el atrezzo y los suntuosos trajes<\/strong> utilizados durante la representaci\u00f3n. Pero el momento estrella fue subir al escenario para probar suerte con la delicada t\u00e9cnica del movimiento b\u00e1sico del noh<\/em>: el suriashi<\/em>. Consiste en caminar sin mover la parte superior del cuerpo ni levantar completamente los pies del suelo. Si a eso le a\u00f1adimos la m\u00e1scara Noh que obstruye la vista, \u00a1te dar\u00e1s cuenta de que no es nada f\u00e1cil! Uno de los actores solo ten\u00eda 6 a\u00f1os. \u00a1Nos cont\u00f3 que su padre, su t\u00edo e incluso su hermano de 4 a\u00f1os tambi\u00e9n eran actores de Noh!<\/p>\n\n\n\n\n <\/figure>\n\n\n\n <\/figure>\n\n\n\n <\/figure>\n<\/figure>\n\n\n\nPara culminar la velada, tuvimos la suerte de poder pasear por una de las calles del pueblo que esos d\u00edas reproduc\u00eda las actividades nocturnas del periodo Edo<\/strong>: degustaci\u00f3n de sake<\/strong>, un espect\u00e1culo de geishas<\/strong> (con las que tuvimos ocasi\u00f3n de charlar, las tres eran encantadoras) y juegos tradicionales japoneses<\/strong>, incluyendo una demostraci\u00f3n de habilidad con varias peonzas Oyama koma<\/em>, en el cual fracas\u00e9 estrepitosamente. Afortunadamente, pude resarcirme con el ch\u014d-han<\/em>, un juego de azar en el que hay que apostar por el total de puntos obtenidos al lanzar dos dados: los jugadores eligen ch\u014d<\/em> para los pares o han<\/em> para los impares. \u00a1Suerte de principiante, sin duda!<\/p>\n\n\n\n\n <\/figure>\n\n\n\n <\/figure>\n\n\n\n <\/figure>\n<\/figure>\n\n\n\nSea como fuere, esta velada de c\u00e1lidos encuentros, demostraciones art\u00edsticas y juegos tradicionales fue una maravillosa inmersi\u00f3n en la historia y la cultura japonesa<\/strong>.<\/p>\n\n\n\nContin\u00faa tu experiencia en el monte Oyama<\/h2>\n\n\n\n Una peregrinaci\u00f3n a Jap\u00f3n no estar\u00eda completa sin pasar al menos una noche en un shukubo<\/strong><\/em>, el alojamiento tradicional dentro de un templo<\/strong>. Muchas de las peque\u00f1as posadas que tradicionalmente acog\u00edan a los peregrinos en Oyama siguen en funcionamiento, y ahora tambi\u00e9n reciben a turistas. En la que yo me aloj\u00e9, Tsutao, era bastante sencilla, pero mi anfitriona me hab\u00eda preparado un desayuno gigantesco. Incluso me ense\u00f1\u00f3 a transformar la leche de soja en tofu en casa (pista: la \u201cf\u00f3rmula m\u00e1gica\u201d se basa en unos centilitros de nigari<\/em>).<\/p>\n\n\n\n\n <\/figure>\n\n\n\n <\/figure>\n\n\n\n <\/figure>\n<\/figure>\n\n\n\nSi se quiere aprovechar al m\u00e1ximo la vista panor\u00e1mica desde el santuario Oyama Afuri, recomiendo encarecidamente la casa de t\u00e9 Saryo Sekison (\u8336\u5bee \u77f3\u5c0a) y su terraza <\/strong>\u201cen el cielo\u201d. El men\u00fa de la cena que prob\u00e9 fue especial y no est\u00e1 en la carta, ya que ese d\u00eda el restaurante estaba excepcionalmente abierto por la noche. No obstante, el lugar es muy agradable y las vistas siguen siendo las mismas: impresionantes.<\/p>\n\n\n\n\n <\/figure>\n\n\n\n <\/figure>\n\n\n\n <\/figure>\n\n\n\n <\/figure>\n<\/figure>\n\n\n\nPor \u00faltimo, no puedes perderte el templo de Oyama-dera, accesible a pie o por la estaci\u00f3n intermedia del funicular de Oyama. Es famoso por su magn\u00edfico follaje oto\u00f1al, iluminado por la noche desde mediados hasta finales de noviembre<\/strong>. Asist\u00ed a una ceremonia gomadaki<\/strong><\/em> temprano por la ma\u00f1ana temprano, un ritual con fuego<\/strong> en el que se ofrecen plegarias a las llamas, al ritmo de tambores y sutras recitados por los monjes. <\/p>\n\n\n\nPero este templo tiene mucho m\u00e1s que ofrecer, como raras obras de arte inusuales (estatuas y grabados), una estupa que hay que rodear tres veces para atraer la buena fortuna y la costumbre bastante divertida del kawarake-nage<\/em>. Consiste en arrojar un peque\u00f1o plato a la tierra e intentar que atraviese el \u201cc\u00edrculo de la suerte\u201d que hay debajo. \u00bfPor qu\u00e9 no probarlo y recibir un poco de ayuda del destino?<\/p>\n\n\n\n