Zarpamos desde el puerto de Himeji por la mañana temprano, y a los pocos minutos ya podíamos ver las numerosas islas que emergían de las aguas del mar de Harima en nuestro viaje a la isla de Shodoshima.
El viaje no fue solamente placentero por el paisaje, sino porque una señora de casi ochenta años se sentó a nuestro lado y comenzó a hablarnos de manera amistosa. Creo que en todo el viaje ni se percató de que yo era extranjero, pero lo importante es que una vez más confirmé que la gente al habitar en aldeas o lugares poco poblados, tiende a ser más abierta y está menos a la «defensiva», que pareciera ser el modo default de los que vivimos en las grandes ciudades.
Tras casi dos horas de navegación llegamos a nuestro destino, Shodoshima. Una isla conocida por sus plantaciones de olivos, la salsa de soja, y sus hojas de arce que cambian de color en otoño. Un hermoso clima nos recibió, y mientras esperábamos a que llegara el autobús local, paseamos por los alrededores del puerto.
En realidad, lo recomendable es recorrer Shodoshima en coche, o con un tour guiado. Los transportes locales transitan con intervalos de hasta una hora los días de semana, y los taxis son extremadamente caros. «Los caminos zigzagueantes entre las montañas, no son sencillos para principiantes ni para quienes no estén acostumbrados a manejar por esta zona» – nos comentaba el chófer del hotel Aqua, nuestro alojamiento durante los dos días que pasamos allí.
La ubicación del hotel estaba un poco alejada de los lugares turísticos principales, por lo que pudimos disfrutar de la tranquilidad de la isla, y de su vida local.
Antes de llegar pudimos observar cómo incluso las mujeres de edad avanzada ayudaban en la labor cotidiana, sosteniendo las redes del barco pesquero que se anclaba en el pequeño puerto frente al hotel. También al pasar nos detuvimos a conversar con un señor y le consultamos sobre los frutos verdes que resaltaban en su jardín, de buena manera el hombre nos explicó que eran una especie de mandarinas que crecen en la isla.
Los olivos y molinos de Shodoshima
Shodoshima tiene muchas cosas en particular en cuanto al rubro culinario. Uno de ellos son los olivos. Se dice que esta isla fue el primer lugar donde esta plantación tuvo éxito, debido a su clima similar al del Mediterráneo. Sin dejar pasar la oportunidad, lo primero que hicimos fue acercarnos al parque de olivos, donde hay una réplica de un molino griego. Allí mismo caminamos entre las plantaciones, y llegamos a la cima de la colina para tener un delicioso almuerzo… con mucho aceite de oliva, por supuesto.
Angel Road: la imagen más emblemática de la isla
Seguimos nuestro recorrido, siempre un poco dependiendo de los horarios del autobús local, y llegamos al famoso Angel Road; un banco de arena que se forma dos veces al día durante la marea baja. Más allá de ser muy hermosa la panorámica y el camino que se genera durante unas pocas horas al día, el lugar es muy popular entre las parejas jóvenes pues -se dice- que los enamorados que crucen el banco de arena tomados de la mano serán por siempre felices.
Shodoshima desde las alturas
Al día siguiente alcanzamos lo que fue la cumbre de nuestra visita a Shodoshima. Y no digo esto únicamente por los 812 metros de altura provocados por un accidente geográfico, sino también por la belleza de la quebrada de Kankakei. Esta región montañosa perteneciente al parque nacional Setonaikai es uno de los sitios más hermosos para visitar durante el otoño nipón.
De hecho, y no es para menos, en el año 1927 Kankakei fue seleccionado para formar parte de los cien paisajes más bonitos de Japón. Al subir en el teleférico, las hojas de arce de color rojo, anaranjado, verde y amarillo son un espectáculo en sí mismas. Pero al llegar a la cima y ver esas coloridas hojas con la fusión de rocas formadas por la erosión y otros fenómenos geológicos, uno no puede más que admitir su omnipotencia, y deslumbrarse ante la inmensidad de la Madre Tierra.
Los rayos del sol se filtraban entre las nubes dando de beber luz a los arces, mientras a lo lejos, los islotes se desdibujaban con la niebla.
Miramos por última vez en dirección al puerto y emprendimos el regreso. En el camino, la brisa de la montaña acariciaba nuestros rostros y despojaba a las hojas que besaban al suelo. Yo sólo escuchaba dos cosas: el crujir de las hojas, y el latido de mi corazón.
Cómo llegar a Shodoshima
Desde Himeji, el ferry cuesta 1520 yenes (adultos), y tarda unos 90 minutos.
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Desde Shin Okayama, el ferry cuesta 1050 yenes (adultos), y tarda unos 70 minutos.
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Aquí hay un listado detallado sobre cómo llegar a la isla desde distintos puntos (en inglés).
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