La naturaleza humana es irreductible. Así como en el pasado las peregrinaciones eran algo que reforzaba nuestra relación con los aspectos más mundanos de lo divino, ahora, en tiempos más secularizados, otro tipo de peregrinos vagan errantes, inspirados, tal vez, por los mismos deseos espirituales que antaño llevaron a nuestros antepasados a embarcarse en sus viajes. En la búsqueda de revivir nuestros libros, obras de animación o largometrajes favoritos, perseguimos esa conexión con las obras que nos inspiran, intentando recrear los mundos de los que están hechas nuestras fantasías.


En la literatura japonesa, pocas novelas ocupan un lugar de honor, como La bailarina de Izu (Izu no Odoriko 伊豆の踊り子) de Yasunari Kawabata. Publicado en 1926, este relato corto semiautobiográfico no es especialmente llamativo; no hay un gran giro argumental ni un final dramático. Su fuerza radica en los sutiles cambios emocionales, las suaves interacciones y el vívido retrato que hace de la península de Izu. Para Kawabata, Izu era una parte esencial del alma de la historia, dando forma al tono y la profundidad emocional de la novela.


Casi un siglo después de su publicación, la simbiosis entre Kawabata e Izu se mantiene firme. Los peregrinos literarios siguen recorriendo la ruta de la novela, vagando por frondosos bosques, viejos túneles y tranquilas aldeas termales en busca de su esencia atemporal. Y, sorprendentemente, la obra de Kawabata ha dejado huellas tangibles en la propia Izu. Estatuas de bronce de los jóvenes protagonistas, junto con varios monumentos, se pueden encontrar a lo largo del Odoriko Trail (Sendero de la bailarina) ―el mismo camino que recorrieron los protagonistas, de ahí el nombre― e innumerables letreros y tiendas de recuerdos de la zona destacan las conexiones literarias de la región.
Entrando en el Izu de Kawabata
Al llegar a Izu, la atmósfera cambia al instante. El ritmo se ralentiza, el aire se refresca y las montañas se elevan a tu alrededor como una silenciosa bienvenida. El propio Kawabata confesó una vez que su primer viaje aquí, a la edad de 20 años, fue impulsado por una necesidad desesperada de escapar de la sofocante tristeza de su orfandad juvenil. Encontró su solaz en los sinuosos senderos de la península, las montañas cubiertas de niebla y el tranquilizante murmullo de los ríos, paisajes que más tarde inmortalizaría en La bailarina de Izu.

Puede que sea una ilusión mía, pero la exuberante vegetación de Izu, casi intacta, me hizo pensar que, tal vez, lo que estoy viendo hoy no sea tan diferente de los paisajes que impresionaron a Kawabata.
En la novela, la soledad del protagonista se disuelve gradualmente en una suave curiosidad a medida que viaja por Izu, ayudado por la emoción de su encuentro. Kawabata capta este paisaje emocional sin esfuerzo: sus personajes rara vez hablan explícitamente de sus sentimientos, pero su entorno —los densos bosques de cedros, el aire fresco de la montaña y los repentinos aguaceros— se hace eco en silencio de su transformación interior.
Algunas notas prácticas
Quienes estén dispuestos a recorrer el sendero Odoriko completo deben estar preparados para una caminata de unos 19 kilómetros por terreno accidentado y caminos de montaña. El sendero completo sigue la antigua carretera de Shimoda, comienza cerca de las cataratas de Joren y cruza el paso de Amagi antes de descender junto al río Kawazu hacia la costa. No es una excursión difícil, pero requiere tiempo, buen calzado y un poco de planificación.

Para mayor comodidad, el Tokai Bus Free Pass 伊豆箱根バスフリーパス es una buena inversión. Permite subir y bajar de forma ilimitada en autobuses entre Shuzenji, Amagi, Kawazu y Shimoda durante dos o tres días. Resulta especialmente útil si no se va a recorrer toda la ruta o si se quiere dividir el viaje en dos días sin verse atrapado por los horarios poco frecuentes de los autobuses rurales. Yo utilicé el pase de dos días.
La mayoría de los viajeros inician el viaje desde Shuzenji, a la que se puede llegar en tren por la línea Izuhakone Sunzu desde Mishima. Desde allí, los autobuses llevan a las cataratas Joren o a los puntos de acceso a los senderos y lugares de interés cultural relacionados con el relato.
Hacia las montañas: Cataratas Joren y Showa no Mori
Tras un trayecto de unos 40 minutos en autobús, mi primera parada comienza en lo más profundo del interior de Izu con la tranquila insistencia del agua corriente. Las cataratas Joren 浄蓮の滝 son uno de esos lugares que habrían llamado la atención de Kawabata sin pedirlo. Para llegar a ellas hay que descender por un profundo valle, y el bosque que les rodea es espeso, húmedo y sin pulir. El agua cae desde la pared rocosa en una única e insistente columna, alimentando los campos de wasabi que se extienden a sus pies.
El camino de montaña, bordeado en uno de sus lados por estacas encaladas, descendía desde la boca del túnel como un rayo dentado.
Cascadas Joren
tourist attraction- 892-14 Yugashima, Izu, Shizuoka 410-3206, Japan
- ★★★★☆



Cerca, el Showa no Mori Kaikan 昭和の森会館 es un lugar opcional que sugiero para variar un poco la ruta con un tono más cinematográfico. En el interior, fotos de personajes y fotogramas de producción documentan cómo La bailarina de Izu ha sido adaptada a la gran pantalla una y otra vez. No he visto ninguna adaptación, pero me interesaba ver cómo esta historia ha calado en el público a lo largo de las décadas, y tener una pequeña visión de cómo era cada representación era un detalle agradable.
Showa no Mori Kaikan
museum- 892-6 Yugashima, Izu, Shizuoka 410-3206, Japan
- ★★★☆☆


Cruzando el umbral: el túnel de Amagi y el largo descenso
Si hay un lugar en el que la ficción de Kawabata y la geografía física de Izu convergen con mayor claridad, es el antiguo túnel del paso de Amagi 旧天城トンネル. En la novela, el estudiante y la troupe ascienden hacia el paso bajo una cortina de lluvia. El túnel de piedra es un poco estrecho y sólo está suficientemente iluminado para evitar vacilaciones. Es también un hito muy significativo que actúa como un umbral, donde el protagonista es todavía un joven solitario, inseguro de cómo relacionarse con el mundo. Tras cruzarlo, alcanza al grupo de bailarines y comienza a abrirse tentativamente al compañerismo, a la emoción y a la idea de que la bondad podría no ser una actuación.
Seguramente podría alcanzarlos en las quince millas de camino de montaña que cruzan Amagi. Así había estado soñando despierto mientras avanzaba apresuradamente por el camino ese día.
El antiguo túnel Amagi
tourist attraction- Yugashima, Izu, Shizuoka 410-3206, Japan
- ★★★★☆


Si hoy recorremos la misma ruta, ese cambio aún resuena. El antiguo túnel está intacto, cubierto de musgo y oscuro incluso en un día luminoso. El aire se vuelve húmedo, las pisadas resuenan contra la piedra, la señal del móvil se desvanece en el olvido, y uno emerge parpadeando a la luz del sol.


En el camino que desciende hasta la siguiente parada de autobús, la moderna ruta se curva suavemente a lo largo de la montaña. No lejos de ella, la Cascada Nikai 二階滝 aparece discretamente. Es modesta en escala, pero hermosa en esa misma forma fugaz y sin adornos que caracteriza la prosa de Kawabata.
Cascada Nikai
tourist attraction- Nashimoto, Kawazu, Kamo District, Shizuoka 413-0501, Japan
- ★★★☆☆
Hacia la costa, Kawazu y Shimoda al anochecer
Al llegar a Kawazu 河津町, las montañas empiezan a perder su dominio. La plaza de la estación de tren luce una estatua de bronce de los dos protagonistas, lo que refuerza hasta qué punto La bailarina de Izu ha moldeado la imagen de la ciudad. Desde aquí, la mayoría de los visitantes se dirigen directamente a las cataratas. Pero merece la pena quedarse en la ciudad, aunque sea brevemente, para observar cómo la presencia de la novela se cuela en los detalles: señales, mapas, souvenirs, incluso el nombre del onsen local.
Kawazu
locality- Kawazu, Kamo District, Shizuoka, Japan
- ☆☆☆☆☆
«Bueno, bueno. Como dice el refrán: «En el camino, un compañero de viaje; y en el mundo, amabilidad». Incluso gente aburrida como nosotros te ayudará a pasar el rato. Entra y descansa».


Más al sur, Shimoda es donde los protagonistas terminan su viaje. Kawabata no se detiene mucho en la ciudad en su relato, pero llegar cerca de la puesta de sol sienta bien. Perry Road ペリーロード, con sus farolas junto al canal y sus fachadas desgastadas, transmite a la vez la sensación de fugacidad y de suspención del tiempo. El aire marino aquí es algo más denso, el ambiente ligeramente más melancólico.
Shimoda
locality- Shimoda, Shizuoka, Japan
- ☆☆☆☆☆


Pasar la noche en un ryokan, envuelto en un yukata de algodón y escuchando el suave crujido de los pisos viejos, te acerca al mundo de Kawabata más que cualquier monumento.
Luz matinal, río Kawazu, Odoriko Onsen y Yugano
A la mañana siguiente, Kawazu se siente como un lugar diferente. Caminando río arriba, incluso fuera de la temporada de sakura, el sendero es tranquilo y lento, reflejando la atmósfera de la novela a medida que el viaje se detiene. Aquí hay un pequeño spa de aguas termales de uso diurno llamado Odoriko Onsen Kaikan 踊り子温泉会館. Solo el nombre lo vincula con la historia, pero es una parada que vale la pena si no se reserva una estancia en un ryokan onsen.
Odoriko Onsen Kaikan
point of interest- 457-1 Mine, Kawazu, Kamo District, Shizuoka 413-0511, Japan
- ★★★☆☆
A las afueras de Yugano nos encontramos de nuevo en las montañas. El sol, suspendido sobre el mar, calentaba las laderas. Contemplamos el sol de la mañana. La playa de Kawazu se extendía bajo la luz del sol, donde fluía el río Kawazu.

Más adelante, a lo largo del río Kawazu, Yugano Onsen 湯ケ野温泉 es donde la ficción y la memoria comienzan a difuminarse. Este fue el escenario de varias adaptaciones cinematográficas, y también es donde Kawabata se alojó durante su viaje original de 1918. El ryokan Fukudaya 福田家 sigue en pie junto al río, con su estructura de madera conservada, una estatua de bronce de la bailarina a un lado y las líneas grabadas de Kawabata al otro. No se puede entrar sin reserva, pero estando allí, no parece necesario.
Ryokan Fukudaya
lodging- 236 Yugano, Kawazu, Kamo District, Shizuoka 413-0507, Japan
- ★★★★☆
Yugano Onsen
spa- 128-1 Yugano, Kawazu, Kamo District, Shizuoka 413-0507, Japan
- ★★★★☆


Kawazu Nanadaru y la despedida silenciosa
A los veinte años, me embarqué en este viaje a Izu cargado de resentimiento porque mi personalidad había sido deformada para siempre por mi complejo de huérfano y porque nunca sería capaz de superar una melancolía sofocante.
Las Siete Cascadas de Kawazu 河津七滝 no están pensadas para recorrerlas con prisas. Dispersas a lo largo de un barranco a la sombra, este es uno de los escenarios más hermosos para un paseo relajado y tranquilo. Una escultura de bronce cerca de una de las cascadas más grandes, titulada Odoriko to Watashi (La bailarina y yo), captura la sensación con sorprendente precisión. Las dos figuras están sentadas una junto a la otra, sin tocarse, enmarcadas por el agua. No hay dramatismo en su postura. Solo quietud.
Las Siete Cascadas de Kawazu
tourist attraction- Nashimoto, Kawazu, Kamo District, Shizuoka 413-0501, Japan
- ★★★★☆


En este punto del viaje, la narrativa se ha suavizado hasta volverse sugestiva. Kawabata no explica lo que siente el estudiante, solo que algo en su interior ha cambiado y que el viaje le ha proporcionado una especie de suave claridad. La historia no termina con una llegada. Termina con una despedida, silenciosa y necesaria.
Un viaje a través de Izu no requiere haber leído La bailarina de Izu, pero se gana mucho si se ha leído. Lugares que de otro modo podrían parecer fortuitos, como un túnel, un sendero o una estación de tren de un pequeño pueblo, empiezan a tener un peso emocional. Kawabata nunca pidió a los lectores que se maravillaran con los paisajes; simplemente situó a sus personajes dentro de ellos, dejando que el mundo natural hiciera lo que mejor sabe hacer: suavizar, revelar e inquietar en silencio.


Casi un siglo después, la relación entre Izu y la novela sigue sorprendentemente intacta. Izu cambió para siempre a Kawabata y, a su vez, Izu ha quedado marcada para siempre por Kawabata. Estatuas y placas marcan el camino, aunque la conexión más profunda reside en la atmósfera. Está en el sonido del agua tras un largo paseo. En la cotidianidad de un momento que de repente parece importante. Se trata de permitir la quietud. Se trata de leer un paisaje de la misma manera que escribía sobre las personas: con delicadeza, dejando espacio para lo que no se dice.
Nota: Todas las citas de La bailarina de Izu son traducciones al castellano tomadas de la traducción al inglés de 1997 de J. Martin Holman, publicada por Counterpoint Press.