Patrocinado por la ciudad de Murakami
El Mar de Japón es un mar interior que separa Japón de China y Rusia. Es un destino vacacional de verano muy popular entre los japoneses por dos motivos: sus excepcionales playas y sus zonas de pesca.
Cuando uno piensa en las playas japonesas, se le vienen a la mente lugares tropicales como Okinawa. Pero es posible disfrutar de playas igual de bonitas sin tener que comprar un billete extra de avión. Si además te gusta pescar (ya sea por ocio o para su consumo), ¡el Mar de Japón es tu destino ideal!
Viaje a Niigata, Japón
Este verano me he ido de vacaciones a Murakami; una pequeña ciudad en el norte de la prefectura de Niigata. Se trata de una zona muy animada, repleta de tiendecitas y restaurantes. Su arquitectura es una mezcla perfecta entre casas antiguas de madera y edificios de nueva construcción que se elevan a lo largo del río Miomote.
La naturaleza y la costa de las que hablábamos anteriormente se encuentran más al norte, a orillas del mar, en una zona denominada Sanpoku que, hasta hace una década, era una población independiente. A día de hoy, las diferencias entre ambas áreas, separadas por un trayecto de 45 minutos en tren, son más que evidentes.
Habiendo pasado la mayor de mi viaje en Sanpoku, mi consejo es el siguiente: si realmente quieres alejarte del bullicio de la ciudad y disfrutar de la naturaleza, este es el lugar al que debes acudir. Puede que Murakami no sea la ciudad más práctica y cómoda para el turista extranjero, pero merece la pena acercarse a disfrutar de sus paisajes.
Gastronomía de Murakami: ¡toda clase de pescado!
El Puerto Neya, el corazón de la ciudad, se encuentra en el barrio de Sanpoku. Aquí es donde se coloca el mercado de pescado que abastece a gran parte de la población de Murakami. Las tranquilas y cristalinas aguas del muelle, repleto de barcos y yates, contrastan con el verde de los acantilados y las montañas que lo rodean. En el embarcadero hallamos un puesto de pescado fresco, por si no te apetece salir a la mar a capturarlo tú mismo.
El pescado tenía una pinta estupenda, pero ya tenía otros planes esa mañana; un grupo de trabajadores del ayuntamiento y yo habíamos hecho una reserva en un restaurante local llamado Nagi no Terasu Naka. El establecimiento es de estilo hogareño y acogedor, con un salón con vistas a la terraza y al océano. Desde aquí se puede vislumbrar la isla de Awashima; un paisaje de ensueño. En el restaurante se sirven platos japoneses con un toque diferente.
El menú que me pedí incluye varios platos que combinan pescado y verduras, todos ellos frescos. Comenzamos con una ensalada con té de cebada, seguido del plato principal: dorada con salsa de jengibre, calamares con salsa teriyaki y caballa frita, entre otros productos del mar. El sabor es muy equilibrado y fresco. La consistencia de los calamares no es demasiado ‘elástica’, y las salsas potencian a la perfección el sabor de todos los productos. La masa rectangular que aparece en la foto es una mezcla hecha a base de tofu japonés de huevo y zanahorias llamada komiyaki. Algunos de los platos estrictamente vegetarianos que ofrece el menú son tofu hervido con setas, espinacas y pepinillos y alubias hanamame con un toque de sabor a café.
Uno de los platos estrella del restaurante es el tokoroten; fideos elaborados a base de algas que se sirven con una pizca de mostaza. Me recordó, en cierto modo, a una versión más sencilla del hiyashi chuka, con un sabor más suave y muy fresco. Todo ello se sirve acompañado de sopa surimi dango y de un bol de arroz que se puede rellenar cuantas veces se desee. Me encantó la variedad de platos y el hecho de que la mayoría de los ingredientes empleados para su elaboración se cultiven en el propio jardín del restaurante.
Finalmente pedimos el postre: tarta de zanahoria a la japonesa y café.
¿Vuelta al cole?
Después de comer me dirigí al hotel: el Hachiman Onsen. El edificio se encuentra a tiro de piedra de Gatsuki Station, aunque me llevó algo de tiempo darme cuenta de que realmente estaba en el sitio correcto porque Hachiman se encuentra en… ¡el interior de un instituto! Huelga decir que el instituto ya no funciona como tal (cerró hace años), pero gran parte del interior del inmueble se mantiene en el mismo estado en el que estaba, incluidos los baños y los cuadros repartidos por los pasillos. Mi cuarto, que se encuentra en el segundo piso, solía ser una clase de 2º de la ESO. La habitación ofrece unas magníficas vistas a las montañas y el mar.
Alojarse en Hachiman Onsen es una experiencia única, sobre para estudiantes y mochileros que cuenten con el presupuesto justo. El precio es de unos 3500 yenes la noche; mucho menos de lo que suele costar un hotel convencional en Japón. Los pasillos están bastante anticuados, pero las habitaciones son espaciosas y están muy bien cuidadas. Este hotel también es el sitio idóneo para hacer amigos de todas partes del mundo, puesto que es un hospedaje de estilo ‘comunal’. Cuenta con una cocina en la que puedes cocinar tus propios alimentos y un comedor que comparten todos los huéspedes. También existe una zona de juegos perfecta para que las familias pasen el rato con sus hijos. El resto de viajeros con los que me encontré resultaron ser muy simpáticos, y acabamos contándonos nuestros planes de viaje unos a otros. Los trabajadores del hotel también hicieron todo lo posible por resolver nuestras dudas y aconsejarnos siempre que lo necesitamos.
Como en todos los onsen, hay ciertas normas que hay que seguir. Para empezar, puesto que los baños se comparten con el resto de huéspedes (inodoros, lavabos, duchas, etc.), es imperativo dejarlo todo limpio después de usarlo. Hachiman cuenta con retretes de estilo occidental y con retretes japoneses clásicos (los que requieren que te pongas en cuclillas en el suelo). No se trata de un alojamiento de lujo, pero sí único. Le recomiendo este hotel a cualquiera que viaje con la mente abierta y que sepa un poquito de japonés.
Por la noche me decidí a probar el restaurante del hotel. Hachiman ofrece un menú a la carta y sets de comida tradicional japonesa. Me pedí unos fideos ankake yakisoba; baratos y saciantes, aunque estaban algo quemados.
El desayuno me gustó mucho más. Me encantan los desayunos de los hoteles japoneses y Hachiman no me decepcionó; incluye sopa y arroz (también puedes echarte más cuando te lo acabes) y otros productos como huevos, natto, salmón y algas secas (todo ello para mezclarlo con el arroz o para comerlo por separado). Como dato curioso: como hice la reserva por adelantado, me sirvieron el desayuno en la mesa antes de que llegara al comedor. ¡Importante despertarse a tiempo!
En cuanto terminé de desayunar me marché del hotel para proseguir con mi ruta por Murakami. Aunque se trate de un lugar rural, en realidad es un emplazamiento de un gran interés cultural. Según me contaron, Murakami es un espacio en el que se fusionan el Umi no Seikatsu (vida costera) y el Yama no Seikatsu (vida de montaña). ¡Nunca he visto un lugar así!
Tenemos más artículos sobre Murakami disponibles en nuestra web para aquellos que estén interesados en descubrir sus rincones más interesantes y pintorescos (aquí, aquí y aquí).
Hay que tener en cuenta que, al ser una región algo remota, se recomienda alquilar una bicicleta para desplazarse por la ciudad. Hachiman Onsen ofrece alquiler de bicis a sus clientes, y, además, es posible recogerla en la estación de Murakami. Si tienes alguna consulta no dudes en acercarte a la oficina de turismo que hay al otro lado de la carretera; te atenderán en inglés.
Traducción de: Virginia
Patrocinado por la ciudad de Murakami