Se conoce con el nombre de Shonan a la comarca costera de la provincia de Kanagawa que queda algo más al sur de Yokohama. Se trata de una zona muy apreciada por los habitantes de la capital. Su cercanía a Tokio la convierte en el lugar idóneo para desplazarse a realizar actividades marítimas. Si a eso se le une la belleza de varios de sus parajes, no es de extrañar que sea una zona turística y residencial de primer orden. Entre sus enclaves de belleza singular destaca la pequeña isla de Enoshima, ideal para pasar una agradable jornada de excursión. Vamos a darnos un paseo por ella.
Vista de la isla desde el puente peatonal sobre la desembocadura del río Katase.
Llegada a Enoshima y primeras impresiones
La isla se encuentra en la actualidad unida a la tierra por un puente. Se evita, así, la necesidad de embarcar para llegar a la misma, lo que facilita el acceso a los numerosos visitantes que se acercan a Enoshima. Por otro lado, la reducida población isleña queda mejor integrada en el municipio de Fujisawa, al que administrativamente pertenece y cuyo ayuntamiento pone gran empeño en su promoción turística, como muestra su página web.
Se puede decir que toda la isla está estructurada en una calle principal que la recorre. En su primer tramo, la subida, es de las que ponen a prueba la musculatura de las piernas. Para regocijo de los más perezosos, y como ayuda a aquellos cuya condición física ya no esté para muchos escalones, hay un sistema de ascensores y escaleras mecánicas. Eso sí, hay que pasar por taquilla.
Ascenso a la cima de la montaña
El recorrido está jalonado por los clásicos (y no tan clásicos, como luego veremos) templos budistas y sintoístas, aunque sea el budismo el que goza de mayor protagonismo. Desde la antigüedad, la isla ha estado íntimamente ligada al culto a Benzaiten, personalidad mítica que para el budismo encarna la protección de las artes y de la música. La poderosa Benten, según la leyenda, se apareció en Enoshima ante varias personalidades históricas tan importantes como Minamoto no Yoritomo, el primer shogun que gobernó el país.
Los paisajes costeros sobre la bahía de Sagami, que se pueden avistar desde su parte más alta, tienen el monte Fuji como su más emblemática vista. Aunque, ya sabéis, la montaña suele envolverse en un manto de brumas y sólo se deja ver de vez en cuando, en los días más despejados.
Qué ver en Enoshima
En la parte más alta de la isla se ubica un reputado jardín botánico, especializado en vegetación tropical. También encontraremos la icónica torre del faro, de moderna y vistosa apariencia. En esta parte alta, la calle única del pequeño pueblo enclavado en la isla es un tanto estrecha. No obstante, dispone de una amplia oferta para reponer fuerzas con su gastronomía marinera.
En este sentido, un buen consejo es tener algo de paciencia, por más hambre que se tenga, y aplazar la comida hasta llegar a este punto. Los restaurantes más próximos al puente de acceso, con los que nos topamos nada más cruzarlo, son algo caros, están siempre repletos –por lo que hay que aguantar la lista de espera, perdiendo tiempo que quisiéramos dedicarle a la visita–, y no ofrecen nada especial. Sin embargo, la calle comercial, en lo alto de la isla, dispone de numerosos comedores con espectaculares ventanales. No suele costar conseguir mesa y los precios son sorprendentemente baratos, tratándose de un lugar tan concurrido.
Otro consejo importante es planificar la excursión a Enoshima tratando de evitar los fines de semana o los momentos de mayor movimiento de turismo interno, como la Golden Week o las vacaciones de año nuevo. Es en días como esos cuando la cantidad de visitantes puede ser excesiva, especialmente al tratarse de una pequeña isla de estrechas calles. Aunque si no hay más remedio, a pesar de las aglomeraciones, seguro que disfrutaréis de la visita.
Antes de interrumpir momentáneamente el paseo, os dejo con una foto de este singular templo que nos encontramos en el recorrido. Acostumbrados ya a la típica estructura del templo japonés, sorprende sobremanera la forma de este pequeño templo. Visto desde un lateral se asemeja a una montaña de roca. Desde el frente más bien parece la entrada a una gruta, coronada por la presencia amenazante de un dragón encaramado sobre ella. Una construcción de lo más sorprendente y enigmática… Os invito a descubrir el misterio en una próxima entrega sobre la historia y de Enoshima y las sorpresas que la isla aún esconde.
