Voy a toda velocidad hacia Toyama en el Hokuriku Shinkansen, alcanzando casi los 180 km/h. Me dirijo a Hida Furukawa, en la prefectura de Gifu, probablemente mi lugar favorito de Japón, o incluso del mundo. Suena exagerado, incluso para mí, pero es la verdad. He estado en Hida Furukawa dos veces antes para cubrir los atractivos de la ciudad para otras revistas, pero esta vez es distinto. Estoy aquí para escribir para Voyapon, la página web que estás leyendo ahora, sobre el festival Santera Mairi, que se celebra cada año el 15 de enero.
Desde el instante en que llego a la estación de Hida Furukawa, la sensación ya es distinta. Muy distinta. Este pueblo es un ejemplo auténtico de ese Japón local y aún por descubrir. Tranquilo, sereno y repleto de nieve, el aire parece cada vez más puro, y a medida que caen los copos, noto cómo se disipa la tensión, como si la nieve se alzara desde el suelo hacia el aire cortante, como si todo estuviera sucediendo al revés.
La hermosa palabra japonesa kokoro significa “corazón” o “espíritu”, pero también puede expresar algo mucho más profundo: la conexión entre las personas, el cuidado que se pone en querer y complacer a alguien, o el color y el sentimiento del alma. Kokoro es una palabra muy habitual en esta zona de Japón. Uno de los autores más queridos del país, Natsume Soseki, publicó en 1914 una novela titulada Kokoro, que suele traducirse como “el corazón de las cosas”. En fin, creo que estoy divagando.
El Festival Santera Mairi
Santera Mairi es un festival que lleva celebrándose unos 200 años y que consiste, en esencia, en visitar los tres templos budistas de Hida Furukawa. La ciudad se engalana con enormes velas de nieve que se encienden a partir de las 16:00, y la pintoresca zona del canal que conecta los templos y las calles principales se convierte en una estampa inolvidable. Al caer el sol, jóvenes vestidos con kimono acuden a estas aguas para rezar por su futuro y su vida amorosa. Encienden velas blancas para atraer la fortuna en las relaciones venideras y velas rojas para agradecer los éxitos del año anterior. También iluminan farolillos y los dejan flotar por los canales, creando una escena espiritual e imborrable.


Para los visitantes menos interesados en el amor y la suerte, hacer una visita al mercado central Monzen-ichi en el Festival Square es imprescindible. Las croquetas de ternera de Hida son realmente inolvidables. La ciudad aparece iluminada con mimo y, el año que la visité, estaba cubierta de nieve hasta las rodillas, un paisaje impresionante para recorrer. Como escocés, he visto caer mucha nieve a lo largo de mi vida, pero Hida Furukawa cobra vida en esta época del año, encarnando la esencia del invierno.

Pude hablar con Sumio Morishita, líder del grupo de guías de Hida Furukawa, y me contó que los tres templos pertenecen a la secta budista Jodo-shinshu, muy popular en el norte de Gifu. Los templos —Enko-ji, Shinshu-ji y Honkou-ji— con sus enormes campanas colgantes tsurigane y sus grandes campanas okane, son encantadores en cualquier momento del año, pero salpicados de nieve y bajo la incandescencia de las estrellas de un cielo invernal, irradian espiritualidad y una humanidad profunda.
Oración a la luz de las velas
Tras encenderse la gran vela de nieve en la plaza principal al final de la tarde, el resto de las velas se iluminan por toda la ciudad. A medida que oscurece, la gente se reúne junto al canal, donde las orillas están iluminadas. Los tres templos están muy cerca entre sí, y el canal funciona como una vía cultural, geográfica e histórica que guía a los visitantes.


La gente camina entre templos y reza, claro, pero parece significar algo más: refleja una actitud local, sincera y profunda hacia la religión y la tradición.
Alimento para el alma
Cuando visité Hida Furukawa por primera vez en otoño de 2020, me llevaron al que quizá sea mi restaurante favorito de Japón: el acogedor Fukuzenji Soba, regentado por la maravillosa y amable familia Kawahashi. Después de disfrutar uno de esos platos con los que sueño cuando estoy en Tokio, el soba con croqueta de ternera de Hida, hablé brevemente con Miyoko Kawahashi y le pregunté qué distingue su soba y su comida en general de la competencia. Ella respondió: “Llevamos aquí 20 años y servimos cada plato con el concepto de kokoro”. No hace falta decir nada más. Luego añade que los platos veganos y halal están a disposición siempre que se soliciten con antelación.
El plato de soba con croqueta de ternera de Hida es una delicia absoluta. La croqueta se deshace poco a poco en un caldo aromático, y mientras sorbo felizmente los fideos de soba, elaborados allí mismo cada día, me arrepiento un poco de vivir en Tokio y no en Hida Furukawa. Pero siempre puedo volver, aunque sea solo para probar esta comida tan llena de alma y cariño.
Fukuzenji Soba
RESTAURANT- 10-1 Furukawacho Ichinomachi, Hida, Gifu 509-4234, Japan
- ★★★★☆
Antes de regresar a la estación para volver a casa, visité el santuario Keta Wakamiya, que se alza majestuoso en las colinas que rodean Hida Furukawa. Su enorme torii al pie de la colina recibe a los visitantes y evoca la dualidad de las religiones japonesas.

Sereno, cubierto de nieve, subimos las escaleras hacia el santuario y purificamos manos y mente en el chozubachi (o chozusya en la región de Hida) antes de acercarnos a rendir nuestros respetos. Es un reflejo profundo de cómo los santuarios sintoístas pueden convivir en armonía con los templos budistas, quizá un ejemplo para el resto del mundo de cómo las religiones pueden coexistir sin disputas ni malentendidos.
Keta Wakamiya Shrine
TOURIST ATTRACTION- 1297 Furukawacho Kamikita, Hida, Gifu 509-4212, Japan
- ★★★★☆
El viento devuelve su canción
Finalmente, sentado en el Shinkansen de vuelta a Tokio, una ciudad que aún me fascina, pero que empieza a perder un poco de su brillo, pienso en una canción de un grupo indie escocés poco conocido, There Will Be Fireworks. Su tema, So Stay Close, tiene un verso final que dice algo sobre Hida Furukawa y su gente que quizá yo no pueda expresar mejor. Un lugar impresionante en lo más profundo del país, con gente auténticamente afectuosa y atenta y una cultura que enamora a cualquiera que tenga la suerte de visitarlo: un auténtico tesoro.
And our here is where my heart is
Even though it wanders long
But the blood keeps on flowing
And the wind returns its song
Traducido por Maria Peñascal