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Los samuráis han sido una figura clave en la historia de Japón y han inspirado relatos que se han extendido y popularizado por todo el mundo. Pero a pesar de toda la información que llega a Occidente a través de películas, novelas y videojuegos, realmente sabemos muy poco sobre la verdadera historia y cultura samurái del Japón medieval.

Sin embargo, el espíritu de estos nobles guerreros que dedicaron su vida al deber y al honor aún pervive en algunos lugares de Japón. Tohoku es una de las mejores regiones del país para experimentar y conocer más de cerca la vida, cultura e ideología de los legendarios samuráis. En las prefecturas de Yamagata y Fukushima, que forman parte de esta norteña región, la tradición samurái está profundamente arraigada y se refleja hoy en día en sus ciudades y pueblos rurales de postal, sus tradiciones únicas y su deliciosa gastronomía.

Estas dos prefecturas han sido hogar de grandes señores feudales y famosos samuráis, y sus tierras fueron el escenario de épicas batallas e importantes acontecimientos que marcaron la historia del país del sol naciente. A tan solo un par de horas de distancia y en tren directo desde Tokio, podrás llegar a Fukushima y Yamagata para disfrutar de una aventura samurái que te transportará al Japón feudal a través de la historia.

La historia de los samuráis en Japón

Pero, ¿quiénes eran realmente los samuráis?

El término samurái proviene de saburau, un antiguo verbo japonés que significa “servir” y que hoy en día está en desuso. Así pues, los samuráis pertenecían a la casta guerrera y servían a señores de alto rango a cambio de recompensas y privilegios.

La figura del samurái surgió por primera vez en el siglo IX para designar a aquellas personas que custodiaban a los miembros de la corte imperial, pero no es hasta el siglo XII cuando estos guerreros alcanzan la cima de poder gracias a la instauración del shogunato. Los shogun eran dictadores que gobernaban el país en nombre del emperador. Aunque en un principio la autoridad del shogun estaba limitada al control de las fuerzas militares, el carácter de la sociedad feudal propició una situación en la que el control del ejército equivalía al control del país, dejando al emperador como un simple símbolo de soberanía.

Al instaurarse el shogunato, los samuráis se convirtieron en parte de la nobleza ocupando la cúspide de la pirámide social japonesa. Además se les atribuyeron algunos privilegios como poder portar armas en lugares públicos o no pagar impuestos. Durante más de 700 años los samuráis gobernaron el país al servicio de sus señores feudales, a los que, en teoría, debían obediencia y lealtad. En el año 1868, la Restauración Meiji trajo consigo un cambio político que puso fin a la era feudal y abolió los privilegios de las castas. Esta pérdida de poder desembocó a su vez en la desaparición de la clase samurái.

Bushido, el camino del guerrero y la esencia de la cultura japonesa

El bushido, que significa literalmente «el camino del guerrero», fue un código de normas morales que debían regir la conducta samurái. Este código de conductas recoge los principios o virtudes que, en teoría, los samuráis adoptaban como forma de vida. Al tratarse de un código no escrito, algunos expertos afirman que había siete virtudes, mientras que otros enumeran ocho:

Gi (義): justicia o rectitud; Yu (勇): coraje; Jin (仁): compasión; Rei (礼): respeto; Makoto (誠): honestidad; Meiyo (名誉): honor; Chugi (忠義): lealtad; Jisei (自制): autocontrol.

Si bien todos estos principios eran importantes, quizás Gi (justicia o rectitud) era el más poderoso precepto del código samurái. Gi se refiere a la facultad de decidir una línea de conducta de acuerdo con la razón y actuar en consecuencia. Para un samurái sólo existían dos caminos: lo correcto y lo incorrecto, no había lugar para lo intermedio. Pero no solamente se trataba de hacer lo correcto, sino también de mantener la integridad sin titubear. Matar cuando debían matar y morir cuando había que morir.

Siente el espíritu samurái en Fukushima

Fukushima es una prefectura injustamente estigmatizada debido al accidente nuclear causado por el terremoto y el tsunami que azotó las costas de Tohoku el 11 de marzo de 2011. Pero a día de hoy se trata de un lugar totalmente seguro lleno de maravillosos paisajes naturales, con una gran riqueza cultural e histórica y cuya amable población no duda en recibir a los visitantes con los brazos abiertos.

Ouchijuku: una parada de descanso en una importante ruta de la historia samurái

Cuando los Tokugawa instauraron el Dominio de Aizu, el señor feudal de la zona pidió construir una carretera que conectara su castillo con una de las cinco rutas principales del país que tenían como destino Edo, la ciudad que hoy conocemos como Tokio, y que ya se había establecido como capital de Japón.

Por este motivo, la prefectura de Fukushima está salpicada de pequeños pueblos y asentamientos que otrora sirvieron como paradas de descanso para los viajeros que recorrían los caminos que conectaban con la capital. Uno de estos enclaves es Ouchijuku, un pintoresco pueblo que jugó un papel vital como lugar de paso entre Aizu Wakamatsu y Nikko. Este camino era muy frecuentado tanto por las comitivas de los señores feudales que viajaban con sus séquitos, como por samuráis y otros miembros de las castas nobles y por comerciantes y viajeros comunes.

Hoy en día este tradicional pueblo conserva su estética de la época feudal, con bellos y característicos edificios de más de 300 años con tejados de paja y el cableado eléctrico oculto bajo tierra. Su calle principal está llena de tiendas de souvenirs, minshuku (casas de huéspedes tradicionales) y restaurantes donde disfrutar de la gastronomía local. Uno de los platos tradicionales de Ouchijuku son los fideos soba que se comen con finos puerros en lugar de palillos siguiendo las costumbres ancestrales del lugar.

Aizu Wakamatsu: la ciudad de los últimos samuráis y la Batalla de Aizu

Aizu Wakamatsu es una de las ciudades de Japón más ricas en historia samurái. Se encuentra en la parte occidental de la prefectura de Fukushima y está rodeada de montañas y naturaleza. En sus tradicionales calles, repletas de lugares históricos, aún se puede disfrutar del espíritu de todos aquellos samuráis que lucharon y dieron sus vidas por defender el último reducto del shogunato.

El castillo Tsurugajo, el último bastión del shogunato

Las tejas rojas del castillo Tsurugajo brillan resplandecientes en contraste con el cielo. Esta imponente fortificación fue protagonista y testigo de una de las últimas batallas samuráis de la historia de Japón. Hoy en día alberga en su interior un museo dedicado a los valientes guerreros y al rico legado de Aizu Wakamatsu. Se trata del único castillo de Japón con un tejado carmesí y no en vano es el símbolo de esta ciudad samurái.

vista general del castillo tsurugajo

La Restauración Meiji en 1868 puso fin al régimen shogun en Japón. Las fuerzas aliadas al emperador habían tomado el control de la mayor parte del país y solo quedaban resquicios de partidarios del shogunato en algunas regiones norteñas. Ante la inminente derrota, el último shogun Tokugawa decidió abdicar y ceder el control de Edo al ejército imperial. Pero el Emperador sabía que aunque tuviese el poder de la capital, necesitaba controlar el país entero.

La provincia de Aizu era el mayor foco de adeptos y defensores del shogunato y era necesario acabar con ellos para conseguir el poder absoluto del nuevo régimen imperial. Las fuerzas militares del emperador se dirigieron hacia Aizu, arrasando de forma implacable con todos los rebeldes que encontraban a su paso. Cuando las tropas por fin llegaron a la ciudad, el señor feudal de Aizu se había quedado sin apoyos. Los samuráis de Aizu Wakamatsu eran los únicos defensores del shogunato Tokugawa que quedaban en todo Japón.

Aún así lucharon hasta el final. Pese a la diferencia de fuerzas y recursos, el asalto al formidable castillo de tejas rojas duró un mes. En noviembre de 1868 los valientes guerreros samuráis de Aizu Wakamatsu tuvieron que rendirse. Habían perdido la guerra. Tsurugajo había caído y el shogunato ya era historia.

Nisshinkan, la escuela de samurais

Nisshinkan fue la institución educativa más prestigiosa de la prefectura de Fukushima durante el periodo Edo. Al cumplir diez años, los niños varones de las familias samurai ingresaban en Nisshinkan con el propósito de convertirse en miembros de élite de la sociedad. Las instalaciones de esta escuela incluían varios pabellones para practicar diferentes artes marciales, un observatorio astronómico e incluso la piscina más antigua de Japón, donde aprendían tácticas de guerra en el agua.

Pero las estrictas enseñanzas no sólo estaban enfocadas en las actividades físicas. Los niños también aprendían sobre ciencia, humanidades, medicina, caligrafía y otras disciplinas académicas que convirtieron a Nisshinkan en una de las escuelas con los estándares educativos más altos de Japón.

Hoy en día, Nisshinkan es una fiel reproducción de su construcción original. Al atravesar sus puertas podrás ponerte en la piel de los pequeños descendientes de samuráis que iban allí a formarse. Esta antigua escuela, además de exhibir objetos y arquitectura de la época Edo, también ofrece numerosas actividades relacionadas con la cultura samurái y la artesanía de la región. Una de las actividades más populares es la experiencia de kyudo, el arte marcial japonés de la arquería. En Nisshinkan no solamente aprenderás sobre la disciplina samurái, sino que podrás convertirte en un pequeño aprendiz.

Espectáculo samurái del grupo Kamui en Ashinomaki Ookawaso

Ashinomaki Ookawaso es un lujoso alojamiento estilo ryokan situado en el hermoso valle del río Okawa. En sus instalaciones se puede disfrutar de actuaciones de música tradicional y su decoración está inspirada en las antiguas posadas japonesas. Además, cuenta con varias zonas de aguas termales al aire libre con preciosas vistas para relajarse en plena naturaleza.

plano general del escenario central del hotel Ookawaso
Se dice que Ashinomaki Ookawaso sirvió como fuente de inspiración para representar el castillo de Muzan, uno de los villanos del famoso anime Kimetsu no Yaiba.

Este ryokan también ofrece un delicioso menú de estilo kaiseki, preparado con ingredientes locales que cambian según las estaciones del año. Cada plato que compone este elaborado menú nos ofrece una experiencia diferente y evoca los sabores tradicionales de la región.

En un lugar tan tradicional como Ookawaso no podía faltar una experiencia al más puro estilo samurái. Kamui es un grupo de artistas que realiza espectáculos de Kengido, un método basado en coreografías en las que combinan el kenjutsu (el arte de la espada japonesa) con las artes expresivas.

Este grupo está liderado por Tetsuro Shimaguchi, quien trabajó con Quentin Tarantino en la película Kill Bill Vol.1 como coreógrafo y actor en las escenas de lucha con espada. Kamui ofrece espectáculos por todo el mundo con el fin de promover la cultura samurái. Es un espectáculo que atrapa al espectador desde el momento que aparecen en el escenario hasta que deja de sonar la música. Su coreografía perfectamente sincronizada y la pasión que ponen en todos sus movimientos hacen de esta experiencia un perfecto homenaje al espíritu samurái.

Experimenta en primera persona la cultura samurai de Yamagata

La prefectura de Yamagata se encuentra en una región montañosa y casi dos tercios de su superficie están cubiertos de espesos bosques. Es la prefectura con más cascadas de Japón, con más de 230 y también cuenta con una gran cantidad de aguas termales e impresionantes templos en las montañas. Además de ser un paraíso natural, también tiene una gran riqueza histórica, con numerosos castillos y residencias samuráis.

Yonezawa, la ciudad samurái del clan Uesugi

Yonezawa es una ciudad de la prefectura de Yamagata que fue construida alrededor de un castillo. Esta ciudad fue el hogar de grandes guerreros samuráis y famosos personajes históricos. Uesugi Kenshin fue uno de los samuráis más famosos de la historia de Japón y su clan, el clan Uesugi, gobernó Yonezawa marcando la historia de la región.

Además de su riqueza histórica, Yonezawa también es conocida por sus tejidos tradicionales, la elaboración de sake y su gastronomía. La carne de Yonezawa es una de las tres marcas de carne de wagyu de mayor calidad de todo Japón.

Uno de los lugares más famosos de Yonezawa es el santuario Uesugi. Fue construido en honor a Uesugi Kenshin en el mismo lugar donde anteriormente se encontraba el castillo de Yonezawa. Se cree que este santuario atrae la buena suerte y el éxito en los estudios y los negocios gracias al espíritu guerrero de Kenshin. El parque que rodea al santuario Uesugi es un enclave muy popular en primavera durante la floración de los cerezos.

Historias de samuráis y música tradicional en Yonezawa

Las batallas entre el clan Uesugi de Yonezawa y el clan Takeda de Yamanashi fueron legendarias. Uesugi Kenshin «el dragón de Echigo» y Takeda Shingen «el tigre de Kai» se enfrentaron numerosas veces. Suele decirse que ninguno de ellos consiguió hacerse con el control del país porque centraron todos sus esfuerzos en acabar el uno con el otro. Pese a todos estos enfrentamientos, ninguno de los dos acabó venciendo al otro y Kenshin Uesugi afirmó estar apenado cuando se enteró de la muerte de su digno enemigo.

Los habitantes de Yonezawa se sienten profundamente orgullosos de su cultura y su legado samurái. Es por ello que en la ciudad se organizan numerosos eventos donde recrean la historia y las tradiciones de esta bella región. Como un festival samurái o espectáculos de taiko, el famoso tambor japonés.

Toko no Sakegura, una histórica bodega de sake

Toko no Sakegura, situada en Yonezawa, es una bodega con un museo de sake que te transportará directamente a la época feudal. Esta bodega, fundada en 1597, proveían de sake al clan Uesugi, los famosos señores feudales de la ciudad. Durante el período Edo se tuvo que prohibir la producción de sake en todo el país debido a la escasez de arroz, pero Toko Brewery fue de las pocas que obtuvo permiso para seguir funcionando.

Hoy en día el museo alberga una exposición sobre cómo era la bodega durante esa época y multitud de utensilios tradicionales que se utilizaban para la producción del sake. También cuenta con un pequeño santuario dedicado al dios del sake y una tienda donde venden una gran variedad de productos de su propia bodega. Durante mi visita tuve la oportunidad de probar diferentes tipos de sake. Mi preferido fue el delicioso umeshu (licor de ciruela japonesa). El umeshu de Toko Brewery es realmente dulce y ha ganado algunas competiciones nacionales.

Iaido, el arte de la katana

El iaido es el arte marcial japonés que combina técnicas de katana con un trabajo ceremonial y espiritual para conseguir la armonía. Este arte marcial nació en Yamagata y tiene sus raíces en la época samurái. El objetivo del iaido era vencer al oponente desenvainando rápidamente la espada y derribándolo de un solo golpe.

Hoy en día existen samurais “modernos” que han dedicado sus vidas al iaido para preservar y expandir este arte. Yoshihiro Abe cuenta con casi 30 años de experiencia de aprendizaje y entrenamiento. Su pasión y respeto por esta disciplina se hace evidente cuando habla. En un abrir y cerrar de ojos, desenvaina la espada y la mitad del tatami enrollado cae al suelo. Es casi imposible seguir el rápido movimiento, sólo da tiempo de ver el acero brillar y de escuchar el sonido de la espada. Al alcanzar el objetivo, Abe-san guarda la espada con respeto mientras se percibe el espíritu samurái que recorre sus venas. Es una experiencia única que une la tradición del pasado con el presente.

Japón se enorgullece de sus guerreros samuráis y sus ideales han trascendido a lo largo de la historia del país. En las prefecturas de Fukushima y Yamagata el camino del guerrero y su legado se pueden disfrutar en primera persona. Ya sea admirando los castillos de los grandes señores feudales, visitando lugares que han sido escenarios de sangrientas batallas o experimentando las tradiciones que aún perduran desde la época del shogunato. Conocer la herencia samurái es otra forma de entender la sociedad japonesa actual, donde algunos valores como el respeto y la disciplina siguen vigentes a día de hoy.

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Lucia Tsujiguchi

Lucia Tsujiguchi

Llegué de Madrid a Tokio en 2017 con dos maletas repletas de sueños por cumplir y una mochila llena de miedos que vencer. Siempre con mi cámara, que me acompaña en cada uno de mis viajes y aventuras. Quiero narrar la verdadera esencia de este país, el Japón que se oculta en la rutina diaria, en los supermercados locales llenos de abuelas japonesas, en los restaurantes sin menú en inglés, en los tesoros escondidos en las zonas rurales, en las pequeñas cosas de las que apenas nos percatamos en nuestro día a día.

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