Si se trata de tesoros escondidos y de escapar de la masa de turistas que “invaden” Kioto o Tokio, Kitsuki es el lugar indicado. Pregúntele a los mismos japoneses y se dará cuenta de que muchos ni siquiera saben que en su propia tierra hay una pequeña ciudad que aún respira el espíritu samurái que, manteniendo viva su atmósfera, nos transporta al período de Edo (1603-1868).
Llegada a Kitsuki
Debido a la distancia y al escaso transporte público, desde la estación de Kitsuki tomé un taxi para llegar a ver el lugar más famoso y pintoresco de la zona: Suya no Saka. Llegué a Kitsuki temprano, tan temprano que todos los negocios estaban aún cerrados. Siempre me gustó recorrer un lugar nuevo bien temprano por la mañana, cuando la ciudad duerme, y el cantar de los pájaros todavía no se ve apabullado por los vehículos que transitan el hormigón. Si bien todo estaba cerrado, lo maravilloso de caminar durante una mañana de verano con el paisaje exclusivo no tiene precio. El calor en Japón puede llegar a rozar lo insoportable en horas del mediodía, por eso no hay que dejarse guiar por los 33 o 34 grados que indican el teléfono móvil o la televisión; la sensación térmica es muchísimo mayor. Y si todavía no ha hecho las maletas, unas cuantas toallas de mano para secar el sudor pueden ser muy útiles en los meses de julio, agosto y septiembre.
Recorriendo las calles de Kitsuki
Desde Suya no Saka es recomendable seguir el camino hasta encontrarse con un lugar que dice 展望台(Tenbodai), un observatorio. Ésta es claramente una de las mejores vistas del lugar, con el castillo casi como colgando de la colina.
Desde su construcción en el año 1394, el castillo de Kitsuki ha estado observado a todos los transeúntes desde lo más alto. Sin embargo, y como es habitual en la gran mayoría de los castillos en Japón, debido a catástrofes naturales o incendios, lo que queda de su construcción original son solamente algunas rocas.
En el mismo observatorio hay un pequeño negocio para comprar refrescos, café o comer liviano. Ésta es su oportunidad de beber algo, ya que no hay demasiadas máquinas expendedoras en la parte histórica, lo cual me parece fantástico, ya que arruinaría la autenticidad del lugar. Y justamente una de las cosas que mantiene esta zona auténtica como en el antiguo Edo es el barrio samurái Kita-dai. Con sus largas murallas de barro, este barrio mantiene vivo el espíritu de las calles desde hace cientos de años.
El nombre “Suya no saka” significa “Ladera de las tiendas de vinagre”, y quizás, al observar a su alrededor, muchos fantasearán con la idea de que se está en el Japón feudal. Sin embargo, al observar sus pantalones vaqueros o su camisa, esa ilusión puede ser que se desvanezca. Es por eso que, para hacer la experiencia aún más original, es posible alquilar un kimono por 2400 yenes, y así sí ¡sentirse un verdadero japonés del siglo XVII!
Reservas y consultas para alquiler de kimonos aquí, en inglés: info@kit-suki.com
Página oficial: www.kit-suki.com
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