Cuando mi madre decidió visitarme en Japón a finales de año, me pidió una única cosa: que pudiéramos ir a un lugar que no fuera demasiado frío. Le dije de inmediato que la respuesta era muy fácil, ¡solo teníamos que ir a Okinawa!
Era la primera vez que viajaba a las islas Ryukyu (琉球). Tenía que planificar el itinerario de este viaje de dos semanas y encontrar los mejores lugares para pasar el Año Nuevo. Tras visitar la isla de Okinawa (沖縄), iríamos a la isla de Taketomi (竹富島), donde reservé una habitación en un minshuku (民宿). Una tranquila Nochevieja en una pequeña isla perdida en medio del Océano Pacífico en compañía de nuestros anfitriones japoneses. ¿Habré elegido bien?
Taketomi, una isla pequeña, rural y tradicional
La isla de Taketomi está situada frente a la isla de Ishigaki (石垣島), al sur del archipiélago de Ryukyu. La distancia entre las dos islas es de un cuarto de hora en barco. Campos y bosques componen la mayor parte de esta pequeña isla de apenas 5 km², en cuyo último censo únicamente constaron 351 habitantes.
Las islas Ryukyu no siempre formaron parte de Japón. El Reino de Ryukyu era independiente hasta que el Imperio Japonés lo invadió y anexionó en 1879, por lo que al visitar el archipiélago de Okinawa aún notas su cultura distintiva. Lo que diferencia a la isla de Taketomi de las demás localidades de Ryukyu es una arquitectura tradicional muy bien conservada que no se encuentra en ningún otro lugar de Japón. De vez en cuando, puedes encontrar carros tirados por búfalos, un modo de transporte tradicional en la antigüedad que se convirtió en una de las atracciones turísticas de la isla. Esto da aún más encanto a estas tradicionales calles de tierra bordeadas de muros de piedra que protegen las casas de madera con tejas rojas del pueblo.
Los pocos coches pequeños que se ven en la isla son utilizados principalmente por los propietarios de las casas de huéspedes para recoger a sus clientes en el puerto. La isla es tan pequeña que se puede ir fácilmente a todas partes a pie, pero alquilar una bicicleta te da una libertad total que se hace aún más agradable por la ausencia de coches en las calles. Una vez que conseguimos nuestras bicicletas de alquiler, nos dirigimos directamente a las playas de Taketomi.
Un chapuzón en el océano en la víspera del Año Nuevo
Las playas de Taketomi son un paraíso: arena blanca, agua turquesa, mar tranquilo y poco profundo… Un remanso de paz con un tesoro de biodiversidad: arena de estrellas. Si se observa la arena de cerca, se pueden encontrar algunos granos de arena con forma de estrella. Pero esta arena está hecha en realidad de diminutos organismos endémicos que solo se pueden encontrar en las islas de Okinawa, especialmente en las islas de Taketomi e Iriomote (西表島).
Decidimos pasar las vacaciones en Okinawa para alejarnos del frío invernal, pero no esperaba un clima tan templado. Cuando metí los pies en el mar, me sorprendió comprobar que el agua no estaba nada fría. Cuando lo comenté con el dueño de nuestro alojamiento, se ofreció a prestarme una máscara y un tubo de buceo y me retó a nadar en el océano. Normalmente, no tengo la oportunidad de sumergirme en aguas turquesas en la víspera de Año Nuevo, así que decidí aceptar el reto.
Ese día, el cielo estaba nublado y tuve que ponerme una pequeña chaqueta sobre la camiseta. Probablemente por eso me sumergí con mucha facilidad en las aguas saladas del océano, que se sentían casi más calientes que el aire. Pero hablar de un chapuzón es muy exagerado. Por mucho que avanzara, el agua seguía estando por debajo de mis rodillas… Decidí ponerme la máscara y el tubo de buceo de todos modos y mirar bajo el océano mientras intentaba nadar en estas aguas poco profundas.
Revitalizado por este inesperado baño, con mi cuerpo y mi alma purificados antes del nuevo año, decidí quedarme en la playa un poco más para admirar la puesta de sol desde la orilla.
Tradiciones japonesas de Nochevieja en una casa rural de Okinawa
Minshuku es el equivalente japonés a nuestras casas de huéspedes. Normalmente, no tiene todas las comodidades y el confort de una habitación de hotel o un ryokan. Sin embargo, una estancia en un minshuku te da la oportunidad de estar lo más cerca posible de los lugareños y de experimentar la vida cotidiana de los japoneses. Y precisamente por eso decidí pasar el Año Nuevo en un minshuku, con la esperanza de celebrar la Nochevieja con los japoneses y a su manera. Porque en Japón, el Año Nuevo no está hecho de fuegos artificiales y alcohol. Es un acontecimiento muy tradicional que se pasa en familia, así que pasar la Nochevieja con una familia japonesa nos dio la oportunidad única de saborear sus costumbres.
No éramos los únicos visitantes del minshuku esa noche. Tres mujeres japonesas se unieron a nosotros para compartir la deliciosa cena que nos prepararon nuestros anfitriones: un sinfín de pequeños platos locales elaborados con productos de la isla, incluida una deliciosa ensalada de papaya. El imprescindible mochi (餅) de Año Nuevo se podía encontrar en un pequeño cuenco de caldo, y la cena terminó con un cuenco de soba, o toshikoshi soba (年越しそば) para ser más concretos, los “fideos para atravesar el año”. Estos finos y largos fideos japoneses de trigo sarraceno son un símbolo de longevidad y forman parte de los platos tradicionales del Año Nuevo japonés para atraer la suerte para el año venidero.
Tras la cena, nuestros anfitriones se reunieron con nosotros para compartir las últimas horas del año. En la televisión estaba puesto el Kohaku Uta Gassen (紅白歌合戦), un espectáculo musical que se emite en Nochevieja desde hace más de 65 años. Se ha adentrado tanto en las costumbres japonesas que se convirtió en lo que podríamos llamar una especie de tradición moderna para el Año Nuevo japonés.
Disfrutamos juntos de este agradable ambiente hasta la medianoche, comiendo algunos tentempiés, como bolas de arroz inflado, espinas de pescado secas y otros refrigerios japoneses. Al mismo tiempo, intentamos comunicarnos a pesar de la barrera del idioma. Un momento sencillo, pero enriquecedor que quedará grabado en nuestra memoria.
La cuenta atrás empezó en la televisión, y al comienzo del nuevo año nos deseamos un feliz año nuevo en japonés: ¡shinnen akemashite omedeto gozaimasu! (新年明けましておめでとうございます). Finalmente, llegó la hora de volver a nuestra habitación y pasar una noche tranquila en un cómodo futón japonés.
Visita a los templos de Okinawa en Año Nuevo
El 1 de enero, los japoneses visitan un templo o un santuario. Esta primera visita del año a un lugar espiritual se llama hatsumode (初詣). Algunos van a medianoche, cuando terminan de sonar las 108 campanadas en los templos budistas la noche del 31 de diciembre. Los otros tres visitantes de la casa nos invitaron a acompañarles en su visita a uno de los santuarios de la isla por la mañana. Las ofrendas estaban colocadas en el santuario, y nuestros amigos nos explicaron cómo rezar.
Visita tradicional a un santuario el 1 de enero.
Un último paseo por la isla nos llevó hacia la playa, donde algunos pescadores esperaban pacientemente la primera captura del año. Era la hora de abandonar la tranquila isla de Taketomi en la que tuvimos la oportunidad de compartir las tradiciones del Año Nuevo japonés gracias a la amabilidad de sus habitantes.
Un corto viaje en barco nos llevó de vuelta a la isla de Ishigaki y al vibrante ambiente de una pequeña ciudad. La gente se agolpaba alrededor del templo para rezar y sacar un omikuji (おみくじ), pequeños trozos de papel con predicciones sobre tu futuro. Es posible sacar el omikuji durante todo el año en los templos y santuarios, pero en el Año Nuevo, todo el mundo quiere saber cuál será su porvenir. Un omikuji puede ser prometedor o mucho menos agradable. No obstante, no importa, si el vuestro no trae nada bueno, colgadlo en un árbol y dejad que el viento se lleve esos malos augurios.
Muchas personas visitan un templo o un santuario el primer día del año. Un omikuji, pequeños trozos de papel con predicciones sobre tu futuro.
Dejando atrás el maravilloso paréntesis de paz en la isla de Taketomi, aún nos quedaban destinos increíbles por descubrir en las islas Ryukyu, empezando por la bahía de Kabira (川平湾) al día siguiente.
Cómo llegar a la isla de Taketomi
Para ir a la isla de Taketomi, primero hay que ir a la isla de Ishigaki. Se tarda unas 3 horas y media de vuelo desde Tokio (東京), 2 horas desde Osaka (大阪) y 1 hora desde el aeropuerto de Naha (那覇空港) en la isla de Okinawa.
Los ferris viajan entre Taketomi y el puerto de Ishigaki. Se tarda aproximadamente 15 minutos y cuesta unos 1.300 yenes.
Pasar el Año Nuevo en la pequeña isla de Taketomi fue uno de los momentos más bellos de nuestro viaje a Okinawa. ¡Compartir las tradiciones japonesas de Año Nuevo con los habitantes de la isla en escenarios mágicos fue la forma perfecta de empezar un nuevo año!
Artículo traducido por Toshiko Sakurai