Si se están buscando aguas termales y experiencias genuinas al mismo tiempo, sin lugar a dudas Beppu tiene que estar en la lista.
Onsen: el gran atractivo de Beppu Jigoku
Ubicada en la prefectura de Oita, Beppu fue -para mi sorpresa- una ciudad extensa con muchísimos locales de pachinko y anchas avenidas. Aunque el gran atractivo de Beppu son sus numerosas aguas termales, dentro de las cuales se encuentran los llamados jigoku (infiernos).
En total son ocho fuentes termales especiales con temperaturas que llegan hasta los 98 grados centígrados. Por supuesto, en estas aguas uno no se puede bañar, sino que son únicamente para observar y por esta misma razón es que la experiencia se diferencia completamente de las propias aguas termales donde uno se zambulle.
Los infiernos están un poco alejados de la estación principal de Beppu, por lo que fue muy gracioso antes de subir al autobús preguntarle al conductor: «Disculpe, una pregunta, va al infierno?», «Sí, sí, suba que lo llevo» fue la respuesta, añadiendo una sonrisa.
Mientras el vehículo circulaba por la ruta para llegar al destino final, ya era posible visualizar desde la ventanilla las fumarolas que surgían desde distintos puntos de la región de Kannawa y Kamegawa.
Justamente lo primero que vimos fue el llamado Chinoike Jigoku (algo así como «El estanque de sangre»). La hematita (un mineral compuesto de óxido férrico) que se encuentra en este estanque es la causante de ese color rojo «infernal» característico del jigoku más fotogénico y original de todos.
Desde allí fuimos al Shiraike Jigoku, donde el agua incolora que surge de la tierra toma misteriosamente un color celeste cremoso. En el complejo, además, hay un pequeño acuario y un jardín tradicional que armoniza perfectamente con el ambiente.
Animales de Beppu
Al rato caminamos hasta llegar al Oniyama Jigoku, donde la principal atracción son unos cocodrilos que se relajan en las termas que, en este caso, tienen una temperatura menor a las demás, pero están enrejadas por razones obvias. Mientras estábamos ahí uno de los empleados del lugar alimentó a un grupo de cocodrilos, entonces me sorprendí al enterarme de que estos reptiles gigantes comen solamente una vez a la semana. ¿El menú? Carne de caballo o de pollo.
El último punto que visitamos fue el Yama Jigoku, un mini zoológico que alberga monos, distintas aves, un hipopótamo y un elefante. Este, debo decir, fue el que menos me gustó, principalmente porque los animales allí viven en pésimas condiciones.
Otros puntos de interés
Los otros lugares de interés son: El Oniishibozu Jigoku, donde burbujas de barro emergen desde las aguas;
el Tatsumaki Jigoku, que alberga un géiser con la característica de emitir una columna de vapor y agua caliente en cortos intervalos; el Umi Jigoku (el «infierno del mar») que, como su nombre lo dice, se asemeja a un mar de aguas cristalinas aunque con temperaturas de 98(!) grados; y el Kamado Jigoku, que como atracción principal tiene a un muñeco gigante con la figura de un demonio, para variar.
Para visitar los infiernos conviene comprar el pase de 2100 yenes que incluye la entrada a los ocho puntos de atracción. Aunque también es posible ingresar únicamente a algunos en particular pagando 400 yenes por cada uno.
Para llegar hasta el área donde se encuentra el Umi Jigoku se pueden tomar los autobuses número 2, 5, 9, 24 o 41 desde la salida oeste(西口) de la estación JR Beppu, y bajarse en Umi Jigoku mae. Por otro lado, si se quiere comenzar a recorrer desde el área donde se encuentra el Chinoike Jigoku, hay que tomar el autobús número 26. Éste tarda unos 40 minutos y cuesta 390 yenes, pero el trayecto es placentero.
Los infiernos están abiertos de 8:00 a 17:00 y no debería llevar más de tres o cuatro horas en verlos todos. Como diría Dante Alighieri, vale la pena una visita.
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