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Descubriendo el Santuario de Itsukushima y su icónico torii flotante

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Si el Monte Fuji es el icono más reconocible de Japón, con casi total seguridad, me atrevo a apostar que en segundo lugar está la imagen de la imponente puerta torii flotante en el mar del Santuario de Itsukushima, replicada hasta el infinito en guías, revistas y estampas. Pero nada compensa la primera visión real, con el color casi turquesa del Mar interior del Seto en un día despejado, y el arco rojo sobresaliendo de la bahía como si llevara siglos esperando esa llegada. 

Itsukushima, un bello santuario sobre el agua, es un espacio suspendido entre lo visible y lo invisible, en el que la arquitectura y la marea juegan entre sí ante la maravilla de incontables visitantes. No es de extrañar que forme parte del selecto club del Nihon Sankei 日本三景, o las Tres Vistas de Japón, podio que comparte junto a Matsushima en Miyagi y Amanohashidate en Kioto. 

No juzgaré a quien llegue con el tiempo justo para hacer la foto y tirar millas, pero vale la pena caminar sin apuro entre los pabellones, admirar la entrada de color bermellón, los pasillos sobre pilotes, el escenario de Noh, las vistas laterales del torii y el paisaje cambiante junto al mar: cada tramo cambia con la luz, con el nivel del agua, y con la hora. 

El torii desde el horizonte

Si vienes desde el puerto de Miyajimaguchi, la puerta ya destaca a lo lejos sobre la exuberante vegetación de la isla. El mar lo enmarca con una suavidad casi teatral, de manera que desde el ferry, la primera impresión del santuario es escenográfica. Un conjunto en rojo bermellón que se abre hacia la bahía sin más barrera que el agua y el muelle, dando la sensación de estar construido para ser visto en movimiento.

Vistas desde el mar de Miyajima

En cuanto se toca tierra, la presencia de la puerta torii, frontera entre lo mundano y lo divino, se mantiene con firmeza. A lo lejos parece flotar, pero su peso, de unos dieciséis metros de alto y más de sesenta toneladas de madera de alcanforero, es lo que lo mantiene firme sin la ayuda del acero ni de anclajes ocultos. Solo una estructura que resiste por equilibrio y técnica.

La forma actual data de 1875, aunque el primero se erigió en el siglo XII, durante el auge del clan Taira. Fue Taira no Kiyomori quien promovió la reconstrucción del santuario y su torii como símbolo de poder, pero también de devoción. Desde entonces, ha sido reparado una docena de veces, siempre respetando el diseño tradicional.

En el pasado, los fieles llegaban por mar, donde tocaba purificarse antes de poner un pie en la isla, considerada territorio sagrado. Hoy, la mayoría llega por tierra, y durante la marea baja, se puede caminar hasta él y tocar la madera que lleva décadas soportando sal, tifones y turistas. 

Algunas curiosidades sobre el torii de Itsukushima

Si prestas atención, te fijarás que en los extremos del dintel, en el lado oeste está el símbolo de la luna, mientras que en el lado este está el símbolo del sol.

El torii de Itsukushima
En la cara norte del torii indica el nombre actual 嚴嶋神社 Itsukushima Jinja, mientras que la cara sur indica un nombre ligeramente distinto, 伊都岐嶋神社 Itsukishima Jinja, lo cual refleja el antiguo nombre del recinto. 

Según tradiciones locales, antes del período Sengoku la deidad central del santuario era una figura conocida como Itsukishima Daimyojin 伊都岐島大明神, un kami compuesto por una pareja y un hijo, de los cuales la principal deidad era la madre. 

Con el tiempo, bajo la influencia del budismo y la sistematización religiosa (y probablemente para alinearse con los relatos del Kojiki/Nihon Shoki), la veneración cambió hacia las tres diosas del mar, llamadas colectivamente Munakata sanjoshin 宗像三女神: Ichikishimahime 市杵島姫命, Tagorihime 田心姫命, y Tagitsuhime 湍津姫命, las deidades oficialmente reconocidas del santuario hoy en día.

La entrada al Santuario de Itsukushima y pasarelas sobre el mar

Desde el acceso terrestre, el recorrido se vuelve pasarela: corredores oriental y occidental elevados sobre pilotes conectan los pabellones principales y enmarcan el mar como parte del rito cotidiano mientras la marea sube y baja debajo de los pies. 

La entrada al santuario de Itsukushima

El corazón del santuario: Honden y espacios rituales

El Honden o Pabellón Principal se articula como el núcleo espiritual de una sucesión de espacios interconectados en una misma estructura; todo elevado sobre el agua para preservar la pureza del lugar, siguiendo la lógica palaciega adaptada al medio marino.

El Honden de Itsukushima
El ofertorio dentro del honden

Escenarios laterales: palco de Noh y pabellones flotantes

El escenario de Noh fue una donación del siglo XVI por Mori Motonari, señor feudal y patrón de las artes, tras la victoria en la Batalla de Miyajima. Desde entonces, funciones de este estilo de teatro clásico japonés se han ido llevando a cabo durante festivales locales o en fechas especiales. 

Un escenario de teatro Noh en Hiroshima
Escenario del teatro Noh

La Asazaya también es una de las áreas destacadas del complejo, que funcionaba históricamente como estancia de reunión/servicio para oficios y como soporte operativo de ceremonias. 

Puente arqueado y pagoda de cinco pisos 

El puente arqueado Soribashi, también conocido como Puente Imperial debido a que solo el emperador o sus emisarios podían cruzarlo, es otro de los elementos distintivos del conjunto, cuya estructura vigente se atribuye a una reconstrucción de 1557 bajo la casa Mori. 

Aunque no se encuentra estrictamente dentro del complejo, sino que forma parte de un anexo, la pagoda de cinco plantas domina buena parte de las vistas durante la visita. Fundada en 1407 y con 27,6 m de altura, se alza en la loma contigua a uno de los pabellones.

Atardecer y noche en Itsukushima: luz cambiante sobre el torii

Si la agenda lo permite, quedarse tras el atardecer enriquece notablemente la experiencia de la visita. Todos los grupos se marchan, quienes se alojan en la isla empiezan a retirarse y el silencio domina la estampa a medida que baja el sol y las linternas de piedra y la iluminación del torii se encienden.

Por unos instantes, el bermellón del torii se pierde al contraluz de la puesta de sol, para emerger con fuerza en la oscuridad de la noche frente a los potentes focos que lo iluminan hasta las 23 horas.

La silueta, suspendida sobre el agua negra y con la iluminación nocturna del puerto, es un espectáculo que vale la pena ver, para cerrar con broche de oro tu día en Miyajima.

  • Itsukushima


    establishment, natural_feature
  • Itsukushima, Miyajimacho, Hatsukaichi, Hiroshima 739-0588, Japan
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Cómo llegar al Santuario Itsukushima

Desde el centro de Hiroshima, toma la línea de JR para llegar hasta la estación de Miyajimaguchi, que se encuentra tan solo a un par de minutos a pie desde la terminal del ferry. 

En la terminal del ferry, tienes la opción de tomar el ferry de JR (incluido si estás usando el Japan Rail Pass) o el ferry de la línea Miyajima Matsudai. Si no usas el JR Pass, da prácticamente lo mismo, ya que el trayecto cuesta lo mismo (200 yenes) y tarda unos 10 minutos. Entre las dos líneas de ferry hay una frecuencia muy elevada de trayectos a lo largo del día. Una vez en la isla, la entrada al santuario está a menos de 10 minutos a pie. 

Alternativamente, también puedes llegar en ferry directamente desde Hiroshima, con la compañía Hiroshima World Heritage River Cruise, que ofrece un trayecto directo por 2.400 yenes desde el muelle frente al puente Motoyasu, que tarda unos 45 minutos hasta la isla.

El ferry JR para ir a Miyajima

Probablemente, sea el torii lo que te anime a visitar la isla, pero una vez allí, visitar el complejo del santuario de Itsukushima es una experiencia singular: la manera en que se sostiene todo, las pasarelas, los vacíos entre pabellones; el paisaje que cambia de manera constante a lo largo del día según el nivel de la marea. Una vez lo has visto, no te quedará ninguna duda sobre por qué lleva siglos valorado entre las mejores vistas de todo el país.