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En la época en que los samurái se ejercían su poder por todo Japón, los designios políticos del Shogun obligaban a los líderes de cada clan territorial a visitar su capital en Edo, la actual Tokio, al menos una vez al año. Era una forma de tenerlos bajo control y evitar que se reprodujesen enfrentamientos entre los diversos señores feudales regionales, que tan largo tiempo habían desangrado al país, enfrascado en guerras internas. La unificación de Japón bajo el dominio de los shogun Tokugawa vino a traer un largo periodo de paz, en el que esa necesidad de visitar Edo de forma continuada  generó la necesidad de establecer unas rutas por la que los señores y sus respectivos séquitos pudiesen trasladarse. Uno de los cinco grandes ejes viarios que se establecieron es el famoso Nakasendō, el camino entre montañas. Al igual que la ruta del Tōkaidō o camino del mar oriental, el  Nakasendō  unía Edo con la histórica capital imperial de Kioto, cuyos nombres no dejan lugar a dudas sobre las características de sus recorridos.

 

Narai-juku: parada obligatoria hacia Edo

A lo largo de estos caminos se establecieron lugares de descanso y abastecimiento para el viajero, los llamados juku. Uno de ellos era Narai-juku, tal vez el más importante del Nakasendō. En su momento, dicha importancia derivaba no sólo de encontrarse prácticamente intermedio entre ambas capitales, marcando el ecuador del camino, sino también por ser la puerta de entrada al puerto de montaña más inaccesible del recorrido. Requiriendo una jornada entera para superarlo, Narai-juku era lugar de obligada parada y fonda si se quería acometer con garantías esa etapa. Pero en la actualidad no es un lugar menos destacado, ya que se trata de uno de los escasos juku que continua conservando el aspecto y la esencia de aquellos tiempos.

Calles de Narai-juku, en Japón

El Nakasendo a su paso por Narai-juku

Y no me refiero sólo al aspecto físico, con sus edificios tradicionales en madera que no son meras recreaciones sino que gran parte de ellos siguen en pie desde el periodo Edo: varios de los establecimientos que dieron posada a las comitivas de paso por el lugar siguen recibiendo huéspedes a día de hoy. Un ejemplo de ello es Iseya, la tradicional posada en que tuve ocasión de alojarme. Impresiona saber que el mismo techo que te cobija ha servido al descanso de personajes de la historia, ilustres o anónimos, tan mitificados por una imagen atractiva e idealizada como la que tenemos de los samurái.

Fachada del Iseya, antigua posada con varios siglos de actividad ininterrumpida en Japón.

Fachada del Iseya, establecimiento con varios siglos de actividad ininterrumpida

La lámpara de piedra en los jardines del Iseya es una antiguedad de la época Edo en Japón.

Una vetusta lámpara de piedra en el jardín del Iseya

 

Destino oculto en las montañas de Nagano

Como es de imaginar, el enclave sobrevive hoy en día como destino turístico, si bien no muy  conocido incluso entre los japoneses. Su ubicación, un poco alejada de las rutas turísticas mayoritarias, escondido entre las montañas de Nagano, garantiza que –al menos fuera de las fechas críticas de mayor movimiento turístico– se trate de un lugar que se puede visitar con tranquilidad y sin excesivas aglomeraciones. Claro que actualmente no es necesario que te lleven allí en palanquín o llegar a lomos de caballo. Una modesta línea de tren comunica el pequeño pueblo con los grandes núcleos urbanos, siendo accesible desde Nagoya en algo más de dos horas. Sus habitantes saben bien de la importancia del tren, al que retan homenaje a la entrada del pueblo con una bien visible locomotora de vapor.
Locomotora de vapor en Narai-juku, Japón

Quienes visitan Japón en busca de una ecoaventura, por su localización Narai es un campo base inestimable para los amantes de la naturaleza y del senderismo.

Su localización convierte a este pueblo en un campo base inestimable para los amantes de la naturaleza y el senderismo de montaña. Pero sin duda, el atractivo principal de Narai-juku es pasear por la calle principal, medio desierta al caer la tarde, sintiendo a tu alrededor todo el peso de siglos de historia.

Calle principal de Narai-juku (Japón) al atardecer

El antiguo tablón de anuncios oficiales de la época Edo. La fuente que hay a su izquierda permite ver el clásico techado propio de Narai-juku, con piedras a modo de pesas para aguantar la cubierta.

Techos típicos de la arquitectura Edo de Japón, en Narai-juku

 

 

Jose Montaño

Jose Montaño

Me gusta viajar, así que fui al lugar que me parecía más lejano. Me gusta el cine, así que trato de seguir viajando a través de las películas. Me gusta escribir, así que empecé a convertir esos viajes en palabras. Me gusta leer, así que espero que os guste leerme.

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