Kumano es una pequeña región de la península de Kii entre las prefecturas de Nara, Mie y Wakayama, famosa por albergar la milenaria ruta de peregrinación Kumano Kodo. La región entera se extiende principalmente por monte, sierra y bosque, por lo que cuenta con cientos de senderos ocultos poco transitados que se salen de las siete rutas principales de peregrinación y que están llenas de sorpresas; ríos, lagos de aguas cristalinas, ruinas, templos, cascadas… cualquier cosa que te imagines. Kumano es un auténtico paraíso para los amantes del senderismo.
Estas rutas varían en dificultad y longitud. Algunas son bastante sencillas de seguir, mientras que otras conllevan ciertos riesgos. A pesar de que Japón es un país muy seguro, lo más recomendable es no adentrarse en estas zonas sin un guía local, puesto que casi todos los caminos carecen de señalización alguna. Por suerte, yo conté con la ayuda de un par de guías que conocían la zona como la palma de su mano, así que no tuve problema alguno.
Los paisajes son espectaculares. Recuerdo con especial cariño una pequeña ruta en Kumanogawa-cho que desemboca en una explanada totalmente cubierta de musgo como salida de un cuento de hadas. En otra ocasión, en un sendero de unos 6 km, nos encontramos con un hombre de avanzada edad al final del trayecto que parecía estar allí expresamente esperando a los senderistas. Según nos contó, suele pertrecharse en el mismo punto todos los días para recibir a los turistas que pasan por allí, obtener información sobre la nacionalidad y edad de los mismos y repartir tiritas, siempre necesarias en esta clase de viajes.
Una de las rutas más exigentes, también en Kumanogawa-cho, es la que utilizan los monjes de la zona que practican Shugendo para entrenarse diariamente. Esta disciplina de naturaleza ascética busca la felicidad y el bienestar espiritual mediante el contacto con la naturaleza y el enfrentamiento de las limitaciones físicas y mentales del individuo. Estos monjes dedican muchas horas diarias a recorrer distintas rutas sin ayuda de ningún tipo, y siempre con el objetivo en mente de superarse a uno mismo. De hecho, suelen pasar semanas enteras viviendo y durmiendo en las montañas completamente solos y a la intemperie.
Fue precisamente un practicante de Shugendo, amiga, a su vez, de un famoso monje de la zona que me abrió las puertas de su casa, quien me descubrió esta ruta. El ascenso se hizo bastante duro por momentos, puesto que el camino desaparece y te obliga a desviarte y a escalar alguna que otra roca. La principal dificultad, aparte del desnivel, es que el suelo está húmedo y cubierto por musgo y es fácil resbalarse.
Una vez en la cima, el resto es un descenso no demasiado precipitado y muy llevadero. En esta zona abundan las ruinas de un antiguo pueblo cuyos habitantes acabaron abandonando sus pertenencias (casas, diversos utensilios, vehículos, etc.) por lo remoto del emplazamiento, de muy difícil acceso. Wakayama en general, y Kumano en particular, son zonas muy montañosas con pendientes que pueden llegar a agotarte físicamente, pero el esfuerzo merece la pena por paisajes como este.
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