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En una de las tranquilas calles de la isla de Ojika, a la sombra de un templo budista situado entre un antiguo bosque de pinos y el mar multicolor, se encuentra la casa Yanoya, una kominka (古民家 – casa japonesa de estilo antiguo) de 100 años de antigüedad. Es un lugar para dedicar tiempo al arte de la contemplación. Al menos eso es lo que la pareja que descubrió esta casa espera para sus visitantes.

Viviendo en armonía con el pasado

El matrimonio Hasegawa, conocidos por sus apodos Hashi y Yami, han dedicado sus vidas a rescatar Yanoya de un futuro de deterioro y colapso. La pareja se mudó a la isla de Ojika en 2017 y se propuso encontrar un hogar del que pudieran enamorarse. Hashi, cuya profesión consiste en evaluar edificios antiguos para determinar si vale la pena renovarlos, descubrió Yanoya entre una jungla de matorrales cubiertos de maleza; sus puertas no se habían abierto durante 30 años.

Exterior de la casa Yanoya, restaurada por una pareja en la isla Ojika
Las puertas de la casa Yanoya no se habían abierto durante 30 años hasta que los Hasegawa decidieron renovarla.

Durante un año y medio, con la ayuda de artesanos procedentes de todas las partes de Japón, los Hasegawa restauraron Yanoya utilizando las mismas técnicas con las que se construyó inicialmente. Usar técnicas modernas habría tomado la mitad del tiempo y costado mucho menos dinero, pero Hashi estaba convencido de que esto reduciría el espíritu del edificio. Además, quería apoyar a los artesanos que intentaban mantener vivas las habilidades del patrimonio cultural inmaterial.

Las ventanas casa yanoya
La casa de huéspedes kominka Yanoya se restauró utilizando las mismas técnicas con las que se construyó inicialmente.

Compartiendo la experiencia en Yanoya en la isla de Ojika

Una casa tan bonita estaba destinada a ser compartida, por lo que los Hasegawa la inauguraron como una casa de huéspedes. En un principio, estaba destinada a los turistas japoneses debido a la barrera del idioma para recibir visitantes extranjeros. Tres de las habitaciones están disponibles para 2 o 3 personas en cada habitación. Pescar, nadar y descansar en la playa son actividades que se pueden realizar a poca distancia de la casa, pero esta no es la finalidad. Yanoya es un lugar para relajarse y centrarse en lo que significa estar vivo.

Aunque los Hasegawa no dominan el inglés, su entusiasmo por recibir visitantes extranjeros hizo que abriesen su hogar a visitantes de todo el mundo. Y qué suerte: esta asombrosa casa merece ser descubierta por todos.

Explorando la historia de la ciudad de Ojika

Hashi nos recibió en la terminal del puerto de Ojika. Estaba ansioso y un poco nervioso por llevarnos a caminar alrededor su ciudad adoptiva. Fui su primera experiencia recibiendo a un visitante que no hablaba japonés, y estaba verdaderamente preocupado por la possible barrera idiomática. Sin embargo, su actitud tranquila y su comportamiento cortés compensaron con creces cualquier problema de comunicación.

El Museo de Historia Local de Ojika

Nuestra primera parada fue el Museo de Historia Local de Ojika, ubicado en la antigua casa de la familia Oda, una destacada familia de Ojika que hizo su fortuna como comerciantes y balleneros durante el Período Edo. Antiguamente se podía acceder al mar justo enfrente de la residencia Oda. Hoy en día, el museo nos ofrece una descripción general de la historia de Ojika, desde sus orígenes geológicos hasta su importancia comercial durante el Período Edo.

Paseando por las calles de Ojika
Hashi nos guió a través de las antiguas calles de su ciudad adoptiva de Ojika.

La historia de Ojika es bastante complicada, y por lo tanto, difícil de explicar para Hashi con sus limitadas habilidades en inglés. Si quieres conocer detalladamente la historia de la isla, la Oficina de Turismo de Ojika también ofrece recorridos por el museo en inglés.

Un paseo a través del pasado arquitectónico de la isla de Ojika

Después del museo, Hashi nos llevó a caminar por las estrechas calles del centro de la ciudad, donde muchos de sus edificios tienen más de 100 años. Algunos de los más antiguos se han deteriorado debido a su abandono y se pueden ver qué métodos utilizaron durante la construcción los muros y aleros.

Debido a que el trabajo de Hashi incluye la identificación de edificios históricos que vale la pena renovar, me pudo mostrar algunas de las características arquitectónicas de estos edificios antiguos, incluso con su poco inglés. No obstante, para los entusiastas de la arquitectura, un paseo por el casco antiguo es una mirada fascinante al pasado de Japón.

Viviendo en comunidad con los visitantes

Después de nuestro paseo por el centro de la ciudad, Hashi nos llevó a Yanoya, la casa de huéspedes donde pasaría la noche. Cuando entré por primera vez, Yami estaba en el área de la cocina, preparando los ingredientes para la cena. Es una cocina grande y abierta, permitiendo a los huéspedes reunirse y ayudar a preparar la comida. Dentro de la cultura japonesa no es costumbre preparar la comida de forma colaborativa, así que esta experiencia es excepcional para sus visitantes japoneses. Para los visitantes extranjeros, también es una oportunidad de maravillarse con la variedad de alimentos frescos disponibles en Ojika, desde sus verduras hasta su arroz y, por supuesto, la abundante variedad de mariscos.

La cocina abierta de la casa Yanoya
En Yanoya, los huéspedes pueden ayudar a preparar la comida.

Excursión para pescar en la isla de Ojika

Esta vez, sin embargo, no podría participar en la preparación de la comida, ya que nuestra tarea era atrapar parte de ella. Hashi recogió cañas de pescar y todos los aparatos, y condujimos hasta un pequeño puerto donde íbamos a pescar aji (鯵 – jurel) para nuestra cena. Victoria, mi anfitriona de la Oficina de Turismo de Ojika, también se apuntó a esta actividad.

El arte de pescar jurel en la isla de Ojika

Hashi nos demostró a Victoria y a mí como armar una caña de pescar para atrapar aji: colgó un pequeño cubo pesado en el hilo de pescar debajo de unos 5 o 6 pequeños ganchos. Llenamos el balde con cebos, lo dejamos caer en el agua y lo movimos lentamente hacia arriba y hacia abajo, soltando los cebos en el agua alrededor de los anzuelos. Un banco de peces se reunió rápidamente para comer, y los menos afortunados atraparon la comida de los anzuelos. Llenos de confianza y listos para una gran festín de aji, elegimos nuestros lugares a lo largo del agua y dejamos caer nuestras cañas.

Vimos un gran grupo de peces merodeando alrededor de la comida que flotaba en el agua. Y como Hashi prometió, sacamos nuestras cañas del agua con varios peces en los anzuelos. Todo correcto, excepto que ninguno era aji. Habíamos capturado varios peces pequeños de color rojizo que no eran comestibles, por lo que los desenganchamos con cuidado y los arrojamos de nuevo al agua.

Sin embargo, no habia que preocuparse. Teníamos una bolsa llena de cebos y todo el tiempo del mundo. Volvimos a llenar nuestros cubos y dejamos caer nuestras cañas en el agua. Esta vez, terminé con un pez más grande del a familia del fugu (河豚) venenoso. Aún así, no era lo que estábamos buscando, así que lo devolvimos.

La hospitalidad de la isla de Ojika

Durante la siguiente hora, volvimos a lanzar nuestras cañas, pero no parábamos de capturar pescados inadecuados para nuestra cena: muchos peces pequeños rojos y algunos peces no comestibles más grandes. Incluso unos pocos aji, pero eran demasiado pequeños para hacer una comida. Hashi estaba perplejo, y la situación se volvió tan ridícula que no había nada que hacer más que reírnos de nuestra increíble mala suerte.

Pescados de la isla Ojika
¡Regalos de los pescadores locales cuando fallamos nuestra misión de pescar algo para la cena!

Cuando finalmente nos resignamos al hecho de que no habría aji frito para la cena, dos pescadores locales que presenciaron nuestra situación vinieron. Pasaron parte de su pesca de su cubo al nuestro, aparentemente preocupados de que pudiéramos morir de hambre si nos íbamos con las manos vacías. Así es la hospitalidad isleña de Ojika, donde los extraños darán generosamente todo lo que tengan para ayudar.

Restaurando la kominka – Hacer de la historia parte del futuro

Durante una cena de sashimi en rodajas (algunas de las cuales provienen de nuestros nuevos amigos pescadores), pollo a la parrilla, verduras, sopa de miso y arroz, hablamos sobre lo que Yanoya representa para los Hasegawas. Vimos el video que hicieron documentando la renovación de la casa de principio a fin y toda esas personas que ayudaron a realizarla.

Desde los hábiles artesanos de la Prefectura de Okayama, que modificarion los pilares podridos con piezas de repuesto perfectamente cortadas, los americanos residentes de Ojika que hicieron nuevas paredes con tiras de bambú y tierra, hasta los voluntarios locales que vinieron a empacar el piso de tierra de su sala de entrada. La casa fue un trabajo de amor para muchos, pero especialmente para Hashi y Yami, quienes ayudaron en cada paso del camino.

El concepto de restaurar kominkas no es algo exclusivo en Yanoya; se ha convertido en una parte esencial del futuro de la isla de Ojika. La ciudad de Ojika ha ayudado a facilitar una gran cantidad de renovaciones de kominkas en los últimos años. A unos 100 metros de Yanoya se encuentra Ichie-an, una de las varias kominkas en Ojika renovadas por Alex Kerr, un escritor estadounidense apasionado por restaurar casas tradicionales en Japón. Kerr también fue responsable de la primera renovación en Ojika, que actualmente es un restaurante llamado Fujimatsu ubicado a lo largo de la costa de Ojika. Los kominkas restaurados están contribuyendo directamente a la economía local de Ojika, creando restaurantes, casas de huéspedes y propiedades de alquiler, y son una parte vital de la estrategia turística de la isla de Ojika.

No hacer nada en Yanoya

Si hay pocas distracciones que te ayuden a pasar el tiempo en Yanoya, es intencionadamente a causa de su diseño. El propósito de Hashi era que la casa sirviese como vía de escape de la ajetreada vida cotidiana. Quería que fuese un sitio donde las familias pudieran llevar a sus hijos a jugar al aire libre y explorar cada rincón de la vieja casa. Por si no fuera poco, la impresionante playa de Kakinohama y los acantilados de Goryo se encuentran a poca distancia a pie de la casa. Se pueden pasar días disfrutando de la belleza natural de la isla, desconectado de las redes sociales y de los problemas del mundo.

El piso superior de Yanoya es una bibloteca y un área para relajarse y leer.

Cuando vives en una casa donde lo mejor es no hacer nada (los Hasegawa no tienen televisión, pero tienen una gran biblioteca en el piso de arriba), las noches son un momento para relajarse y acostarse temprano. Esto es especialmente necesario si se tiene que tomar un ferry a las 4:50 de la mañana siguiente, como hice yo.

No hay mejor manera de relajarse que tomar un baño en ofuro (お風呂- bañera), uno de los simples lujos de Yanoya. Antes de la cena, Hashi y Yami me dejaron ayudar a encender el fuego que calentaría el agua de la bañera, alcanzando una temperatura perfecta. Después de lavarme en la ducha, me sumergí en la bañera con forma de caldero. El aroma ahumado de la madera que aún ardía debajo generaba una atmósfera relajante. Y después, estaba ya listo para meterme en el mullido futón preparado para mí y flotar en un merecido sueño.

Una casa tradicional de la kominka
Una habitación tradicional con un suelo de tatami en la casa de huéspedes de Yanoya.

Una analogía de la vida en la isla de Ojika

Mientras me preparaba para salir de la casa a primera hora de la mañana, admiré su inspirador interior por última vez. Sobre la cocina se encuentra el ejemplo más obvio del cuidadoso trabajo realizado para preservar la construcción tradicional de Yanoya.

Pilares restaurados en la casa de Yanoya, en la isla de Ojika
Detalles de los pilares restaurados durante la renovación de Yanoya.

En varios lugares, las vigas ennegrecidas originales se cortaron para encajar de forma segura con las nuevas vigas de color claro. Lo nuevo sostiene lo viejo y lo viejo respalda lo nuevo, visto aquí de una manera tangible. Es una analogía de la vida en la ciudad de Ojika, que está siendo revitalizada por nuevas generaciones como los Hasegawa que han venido a la isla de Ojika para apoyar, en lugar de derribar, las tradiciones que hacen de Ojika un lugar tan fantástico.

Patrocinado por Ojika Town
Traducido por Maria Peñascal

Todd Fong

Todd Fong

Freelance writer, photographer, and mentor. Japan-based, Oaktown (Oakland, California) born. Freelance writing and photography work includes Lonely Planet, Voyapon, Metropolis Japan, and many regional tourism websites around Japan.

https://www.toddfong.com

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