Cada año, la ciudad costera de Tanabe (Wakayama), celebra un festival matsuri veraniego muy parecido a las tradicionales fiestas patronales de los países hispanos.
¿En qué consiste el matsuri?
El concepto es, fundamentalmente, el mismo que el de una fiesta patronal hispana: pasacalles, juegos y exhibiciones de tipo religioso representativos de la cultura del país; el clásico festival matsuri que prácticamente todas las ciudades de Japón celebran a lo largo del año. Este festival se lleva realizando ininterrumpidamente desde principios del siglo XVII en honor al templo Tokei-jinja. Durante dos días, el 24 y 25 de julio, la ciudad se llena de puestos de comida de todo tipo (tanto platos dulces y salados típicos de la zona como menús internacionales, tales como kebab y patatas fritas), desfiles, fuegos artificiales y gente ataviada con coloridos kimonos.
Festival de Tanabe, día 1
Por lo general, el festival comienza de buena mañana, a las nueve en punto, y se prolonga hasta las diez y media de la noche. A primera hora de la mañana del día 24 se saca un santuario portátil en procesión por las calles de la ciudad, seguido de otras carrozas, todas ellas decoradas con motivos alegóricos muy coloridos y llamativos. Los desfiles se suceden a lo largo de toda la tarde hasta que se pone fin a la jornada. Incluso si no te interesa especialmente el festival, es casi inevitable cruzarse con estas procesiones en algún momento del día. Y, si tienes suerte, como fue mi caso, incluso puede que te lleves un par de vasos de té matcha gratis; la hospitalidad japonesa se hace ver durante toda la festividad.
Como en todas las fiestas del mundo, por la mañana solo los más adeptos salen a ver las procesiones. A medida que cae el sol las calles se abarrotan cada vez más de familias, grupos de amigos y parejas de la ciudad y de localidades colindantes en busca de entretenimiento. A partir de las ocho de la tarde es casi imposible caminar por el recinto donde se acumulan los puestos, en una explanada instalada en los alrededores del templo de la ciudad. En total, conté unas cuatro ‘calles’ estrechas completamente repletas de gente. Sobre las nueve se saca el plato fuerte de la fiesta: una exhibición con enormes antorchas tradicionales que se realiza allí mismo, con los asistentes formando un improvisado corrillo alrededor de los artistas para presenciar el curioso espectáculo de luces y fuego.
Fiesta alternativa en Ogigahama Beach
Una vez concluidos todos los eventos programados para la jornada, las familias y los niños regresan a sus casas, pero la fiesta todavía se alargará horas y horas para los adolescentes de la zona. Sobre las 10 o las 11 prácticamente todos los jóvenes se dirigen a la playa, a unos siete minutos a pie del templo, donde la fiesta continua hasta bien entrada la madrugada. En la playa, lo religioso da paso a lo pagano; aquí lo tradicional no importa en absoluto. De hecho, es como si aterrizaras en otro planeta. En mi visita a la playa de Ogigahama tras el festival me encontré de todo: fuegos artificiales caseros, dubstep y hip-hop a todo volumen, alcohol, hogueras, gente con guitarras acústicas tocando flamenco… De pronto parece que estés en Benidorm una noche cualquiera de verano; pero no, seguimos en Tanabe.
Festival de Tanabe, día 2
El segundo día de celebración es bastante más discreto que el primero, y sirve como despedida al festival hasta el próximo año. Lo más destacable de la jornada es una exhibición de tiro con arco a caballo de diez minutos de duración. Los puestos cierran pronto y se pierde casi por completo el ambiente festivo del día anterior. Pero, como casi siempre en estos casos, los bares de los alrededores aprovechan el tirón y venden más que cualquier otro día del año. En estas fechas, al contrario que cualquier otro día del año en la ciudad, no es difícil encontrar locales abiertos y jóvenes de fiesta a las 2 y las 3 de la madrugada.
Como nota final, teniendo en cuenta que en verano se acumulan un buen número de fiestas de este tipo en Japón, lo ideal sería pasarse por el festival de Tanabe y después viajar hasta Hiroshima (a unas cinco horas de Wakayama en autobús) para aprovechar y ver el festival de fuegos artificiales que se suele realizar allí un par de días después; la mejor manera de dar la bienvenida al verano.