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Otoño en Japón: una estación de colores y pequeños placeres

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Cada año, espero el otoño en Japón con especial ilusión. Después de la temporada de lluvias en junio y del implacable calor húmedo del verano japonés (que cada vez se me hace más difícil soportar), a finales de octubre llega un cambio muy esperado. De repente, la humedad desaparece, las temperaturas bajan y el estrés y el agobio del verano se transforman en pura felicidad. Por fin necesito una chaqueta y por la noche ya no necesito aire acondicionado para dormir.

Así damos la bienvenida al otoño que, a pesar de ser cada vez más breve, se mantiene como una de mis estaciones favoritas. Tras vivir casi cuatro otoños en Japón, he aprendido a observar y disfrutar de sus particularidades, y quiero compartir algunas reflexiones contigo.

Otoño en Japón: Días más cortos pero agradables

Uno de los pocos inconvenientes del otoño en Japón es que los días son más cortos: a las cinco de la tarde ya es oscuro. Para aprovechar al máximo la luz, es necesario madrugar. Sin embargo, la claridad del día compensa con creces este pequeño sacrificio.

Un parque durante el otoño en Japón

El sol ya no quema con intensidad; ahora calienta suavemente mientras el aire se vuelve más fresco. Esto convierte cada paseo en una experiencia placentera, ideal para recorrer parques, templos y calles. A pesar de las puestas de sol tempranas, el otoño ofrece días soleados y tranquilos que invitan a disfrutar del paisaje con calma.

El koyo: un momento de belleza y reflexión

La estrella del otoño es, sin duda, el koyo, el cambio de color de las hojas. Los verdes intensos del verano se transforman en un caleidoscopio de rojos, amarillos y naranjas, creando paisajes de ensueño que Japón parece cultivar especialmente para esta estación.

El follaje comienza en Hokkaido en septiembre y va descendiendo lentamente hacia el sur. Muchos visitantes creen que en octubre ya podrán ver los momiji rojos en Tokio, pero lo habitual en Kanto y Kansai es que el pico de color llegue entre finales de noviembre y principios de diciembre.

Un parque durante el otoño en Japón

Para organizar tu viaje y disfrutar al máximo del koyo, es recomendable consultar el pronóstico anual publicado por la Agencia Meteorológica de Japón. Las zonas montañosas, como Nagano, Gifu o Nikko, cambian de color antes que las ciudades, así que planificar con antelación permite vivir la experiencia de manera más completa.

Cómo vivo el koyo siendo residente en Japón

Vivir en Japón tiene la ventaja de poder sumergirse en sus cambios estacionales, pero también implica responsabilidades. Aunque tengo tiempo para viajar y descubrir nuevos lugares, el trabajo y los compromisos diarios limitan la cantidad de excursiones que puedo hacer. Esto genera una especie de FOMO (miedo a perderse algo).

Ves en Instagram a cientos de personas visitando parques, templos y montañas, con fotos perfectas, mientras tú estás en casa trabajando o realizando tareas cotidianas. En ese momento, se te puede pasar por la cabeza: ¿estaré desperdiciando mi vida en Japón?

Pero no.

Es fácil sentir que estás perdiéndote la magia del otoño. Sin embargo, he aprendido a disfrutar la estación a mi propio ritmo: saboreando pequeños momentos, priorizando experiencias que realmente me llenan y gestionando mi energía para no agotarme en el intento.

Sabores del otoño

El otoño en Japón también se vive a través de la gastronomía. La estación está asociada con ingredientes como boniato, castañas y calabaza, muy presentes en los dulces y postres típicos de la temporada. Personalmente, no son mis favoritos, pero sé que a muchos japoneses y visitantes les encantan, especialmente por su sabor equilibrado y nada empalagoso.

Probar estos alimentos en cafés o pastelerías locales mientras disfrutas de un paseo otoñal es un verdadero ritual. Entre los dulces más populares destacan el yaki-imo (boniato asado), los wagashi de castaña y los parfaits de calabaza, todos reflejando la tradición culinaria estacional japonesa.

Y a pesar de que yo no soy muy fan de estos productos, cuando los como me hacen sentir más relajada. Quizás porque me recuerdan que viene el frío, las hojas de otoño y en breve la Navidad. Y todos estos recuerdos bonitos se condensan en un solo bocado. 

Halloween y Navidad en Japón

Desde un punto de vista más comercial, el otoño japonés se divide en Halloween y Navidad. Entre septiembre y octubre, las calles se llenan de calabazas, disfraces y afternoon tea terroríficamente deliciosos. Los parques de atracciones organizan eventos especiales, y la pasión por esta fiesta es sorprendentemente intensa, a pesar de no ser una tradición autóctona.

En noviembre, las calabazas dejan paso a decoraciones navideñas, árboles, Papá Noel y villancicos en centros comerciales, incluso antes de que las hojas del momiji alcancen su máximo colorido. La primera vez que viví esta transición, me quedé impresionada. Ahora, cada año espero con entusiasmo este momento.

Personalmente, Halloween no es mi fiesta favorita. Tampoco me trae recuerdos de infancia porque yo no he crecido con ella. ¿Pero la Navidad? Me encanta. Me recuerda a la magia que sentía cuando era pequeña, a los villancicos que canto cuando hago el árbol de Navidad y el pesebre con mi familia. Y a pesar de vivir a 10.000 km de distancia, eso se lleva siempre en el corazón. 

El otoño japonés invita a saborear la vida con calma. Una manta en el sofá, un matcha latte caliente o contemplar las hojas caer en un parque son placeres simples que hacen la estación inolvidable. Incluso si no puedes recorrer todos los lugares turísticos, disfrutar de estos momentos diarios aporta una profunda sensación de bienestar.

He aprendido a equilibrar trabajo, ocio y viajes, aprovechando la belleza del otoño sin sucumbir al estrés. Cada hoja roja, cada brisa fresca y cada bocado de un dulce otoñal se convierten en un recordatorio de que esta estación, aunque breve, es mágica.

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