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Murakami es una ciudad de la prefectura de Niigata que rebosa de artesanía local. El Kibori Tsuishu, el arte del lacado de Murakami, es una de sus especialidades. Se trata de grabados esculpidos en madera a los que se le aplica una capa de laca.

El Kibori Tsuishu de Murakami tiene una peculiaridad que lo hace único: mientras que mayoría de artesanos del país cubren sus piezas con varias capas de laca y después esculpen los dibujos encima, en Murakami se hace al revés; primero se realizan los grabados y después se aplica el barniz como toque final. Esta tradición tiene más de dos siglos de historia y permite a los artesanos jugar con las sombras de los dibujos, otorgándoles un mayor realismo que en las piezas elaboradas con la técnica convencional.

Urushi Ohtaki: tienda, museo y taller

De entre todas las tiendas especializadas en el lacado de Murakami, Urushi Ohtaki es especialmente interesante. Es un establecimiento muy elegante que tiene numerosas piezas de elaboración propia expuestas en la primera planta. En ellas podemos observar distintos tipos de lacado.

Con grabado, sin grabado, negro, rojo, blanco, con colores menos convencionales, con motivos delicados, sin motivos… Las obras de este taller son todas preciosas. Y los precios son bastante asequibles; sobre todo para ser piezas hechas a mano.

En una de las esquinas hay una escalera que lleva a la planta superior, donde se encuentra el taller en el que el encargado del local ofrece clases de lacado a los visitantes.

El lacado de Murakami

En apenas una hora y por tan sólo 1200 yenes nos podemos convertir en verdaderos profesionales del lacado y hacernos con una pieza de elaboración propia: un par de palillos. Antes de probar el taller sabía poco o nada acerca del lacado y no tenía ni idea de lo que tendría que hacer. La laca está elaborada a base de savia que se purifica y se tiñe para aplicarla después sobre madera o bambú. La capa de laca es muy resistente y brillante, lo que la hace muy vistosa.

Empezamos nuestro taller con el encargado del local

Lo primero, antes de ponerse a pintar, es elegir un estampado. Para dibujar el motivo utilizaremos cinta de pintor; no sólo para no salirnos de los márgenes, sino para aplicar la propia pintura, porque no se adhiere a los pinceles.

El profesor me enseñó cómo elegir el color de entre todos los disponibles. También se pueden mezclar para elegir el tono deseado. El siguiente paso es esparcir la laca sobre la pieza con ayuda de una espátula. La laca es de una consistencia espesa y pegajosa; no parece que estemos pintando. Para aplicar la laca sobre los palillos nos ayudamos de una especie de gamuza pequeña que utilizamos para dar toquecitos sobre el palillo.

Este trabajo requiere cierta concentración y bastante paciencia, sobre todo si queremos obtener un resultado decente. Aún así, me pareció una actividad muy entretenida. Una vez hemos terminado de cubrir los huecos de los motivos ya podemos quitar la cinta de carrocero con un par de pinzas pequeñitas. El tono rojizo vibrante de la laca contrasta perfectamente con el negro del palillo. Mi resultado final no es en absoluto perfecto, pero da el pego. Me enorgullece haberlo terminado gracias a la amabilidad y a la paciencia del maestro que me ha enseñado el proceso de elaboración del lacado de Murakami.

Muestra tu obra de arte

La laca tarda en secarse y necesita hacerlo en unas condiciones específicas. Mis palillos tuvieron que quedarse a la espera en un estante durante 48 horas hasta que se secaron por completo, con una humedad ambiental de casi el 100%. Como tenía que volverme a Tokio ese mismo día, no pude llevarme los palillos de vuelta a casa. No obstante, el maestro se ofreció a enviármelos por correo en cuanto estuvieran listos. Si te encuentras de viaje por Japón y te alojas en un hotel, puedes pedir que también te los envíen a tu alojamiento. Si no es tu caso, entonces puedes pedir que te los envíen a tu dirección en el extranjero por un coste adicional (no te preocupes, que no será demasiado caro porque los palillos pesan muy poco).

A los pocos días me encontré los palillos en mi buzón, envueltos con mucho cuidado en un plástico de burbujas con una carta anexa firmada por el maestro. Al tocar los palillos pude notar que la capa de laca (una sola) es muy gruesa; sin duda, durará mucho tiempo. ¡Un souvenir único que estoy deseando probar!

Patrocinado por la ciudad de Murakami
Traducción de Virginia

Joachim Ducos

Joachim Ducos

Apasionado del cine japonés, quería descubrir la vida cotidiana de este país que solo conocía a través de la ficción. En 2017 dejé mi Francia natal para llevar mis maletas hasta Tokio sin saber que me quedaría allí tanto tiempo. Tras casi dos años de dedicarme a mis actividades como fotógrafo y camarógrafo mientras viajaba por el archipiélago japonés, Japón todavía ejerce en mí una misteriosa fascinación que me empuja a querer explorar cada rincón.

tokidokiyuki.fr/

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