En 1923, Tokio se quemó hasta su médula. Los alambrados eléctricos y las cocinas ardieron sin control mientras el temblor del Gran Terremoto de Kanto sacudía las entrañas de la nación. No sería el primero, ni sería el último. No es ningún secreto que Japón es una nación profundamente marcada por las catástrofes naturales. Y, sin embargo, la estética arquitectónica no es lo primero que viene a la mente cuando se piensa en el legado cultural de los terremotos. Al fin y al cabo, es natural pensar en este tema en términos de códigos de construcción o tecnología antisísmica. Sin embargo, es aquí donde surgió un estilo arquitectónico libre, potente a la vez que kitsch y encantador, fruto de las tendencias japonesas y occidentales.
Kanban Kenchiku 看板建築, o «arquitectura de cartelería» es como nos referimos hoy en día a este estilo, cuyas estructuras se consideran ejemplos perfectos y tangibles del devastador legado de 1923. Este estilo fue una respuesta directa a los incendios que asolaron Tokio como medio para evitar que se repitiera la misma tragedia. Fue un enfoque innovador que abordó las preocupaciones inmediatas de seguridad, al tiempo que añadía una estética única al paisaje urbano en recuperación. Sin embargo, la destrucción causada por la Segunda Guerra Mundial (y cambios en el paradigma cultural de posguerra) frenó esta evolución arquitectónica, dejando al Kanban Kenchiku como un breve pero impactante capítulo de la historia arquitectónica de Japón, reflejo de los rápidos cambios culturales de finales del periodo Meiji, Taisho y principios del periodo Showa.
Kanban Kenchiku, evolución y renacimiento de la Machiya
Fue el arquitecto y académico Terunobu Fujimori (que también es director del Museo de Edo-Tokio y del Museo de Arquitectura al Aire Libre de Edo-Tokio) quien acuñó el término Kanban Kenchiku en 1975, para referirse a los edificios comerciales que se originaron tras el desastre. Este catastrófico suceso dio lugar a nuevas normativas de construcción que hacían hincapié en materiales resistentes al fuego como el cobre, el mortero y las tejas, lo que influyó significativamente en las técnicas de construcción empleadas para renovar las fachadas de las tradicionales machiya 町家 de madera. Las fachadas se diseñaron para que fueran a la vez funcionales y visualmente llamativas, atrayendo a los clientes a las tiendas que adornaban.



El estilo floreció durante los periodos Taisho (1912-1926) y principios del Showa (1926-1989), una época marcada por la rápida modernización y una creciente influencia occidental. Este periodo siguió a la Restauración Meiji, que ya había sentado las bases para importantes cambios culturales y tecnológicos en Japón.
Nuevas oportunidades para nuevas influencias estéticas
Durante esta época, Japón estuvo cada vez más expuesto a estilos arquitectónicos occidentales como el art déco, el Modernismo y el Neoclásico. La imperiosa necesidad de revitalizar el comercio en medio de los esfuerzos de reconstrucción en este entorno, canalizó la creatividad de los constructores locales, que carecían de educación arquitectónica formal.

Esta ausencia de formación reglada dio lugar a un enfoque estético único en el que los estilos japonés y occidental se mezclaron en estructuras híbridas kitsch con todo tipo de motivos combinados que no seguían ninguna escuela arquitectónica o artística, sino simple y llanamente los gustos personales. Una excitante oleada de tendencias extranjeras llegó a Japón, y el cielo era el límite siempre que se siguieran los nuevos códigos de construcción. Una vez más, los japoneses hacían pleno uso de su habilidad para adaptar y mezclar influencias externas en algo distintivamente japonés.
Los rasgos más distintivos de Kanban Kenchiku
Kanban Kenchiku suele caracterizarse por sus elaboradas y decorativas fachadas, diseñadas para atraer a los clientes. El nombre ejemplifica su función, ya que las fachadas hacían las veces de letreros que anunciaban el nombre del negocio. Los edificios conservaban las mismas estructuras de madera, pero el exterior estaba hecho con uno de los tres materiales siguientes:




A la derecha: Kanban Kenchiku se desarrolló en Tokio y, a partir de ahí, se expandió por todo el país. Por ejemplo, el distrito de Nanukamachi en Aizuwakamatsu (prefectura de Fukushima) tiene muchos ejemplos de Kanban Kenchiku entre sus edificios tradicionales, como estos dos edificios de 1926 y 1927, que solían ser la tienda principal y una sucursal de Tsukahara Kimono Shop. En la actualidad, el edificio principal alberga una tienda de artículos deportivos, mientras que la sucursal está cerrada.
- Planchas de cobre: Una serie de circunstancias particulares hicieron del cobre un metal muy asequible en el Japón de la época. Debido a la pátina verde que adquiere al oxidarse, se consideró resistente al fuego y su uso arquitectónico ganó mucha popularidad en la región de Kanto.
- Azulejos: La arcilla también era fácil de conseguir, y este material permitía muchos diseños y colores diferentes dependiendo del vidriado aplicado, por lo que rápidamente se convirtió en un material de acabado muy popular que siguió utilizándose comúnmente hasta finales del siglo XX.
- Agramasa: Este material ignífugo hecho de cemento, agua y rocas finas o arena también fue tremendamente popular por la disponibilidad de estos materiales baratos que eran fáciles de trabajar en cualquier forma deseada y en algunos casos, parecían piedra, lo que también era una característica atractiva.
Ejemplos notables de Kanban Kenchiku
A pesar del declive del Kanban Kenchiku en la posguerra y su posterior desaparición con la rápida renovación urbana, aún podemos ver algunos ejemplos supervivientes en los distritos comerciales tradicionales más destacados de las ciudades japonesas. En el caso de Tokio, zonas como Yanesen, Kanda-Akihabara y Tsukiji son más conocidas entre los entusiastas del Kanban Kenchiku, pero también podemos encontrar ejemplos en las calles comerciales de zonas menos conocidas como Oji, Tsukishima y Shinagawa.




Sin embargo, para aquellos que deseen ver edificios magníficamente conservados que incluso mantienen sus interiores originales, una de las mejores opciones es dirigirse al oeste de Tokio para explorar con calma el Museo de Arquitectura al Aire Libre de Edo-Tokio. Entre una buena selección de magníficos edificios históricos recuperados de diferentes zonas de todo Tokio, hay una zona dedicada a los edificios comerciales entre los periodos Meiji y Showa, donde se conservan algunas bellas muestras como congeladas en el tiempo.





Abajo: El edificio con fachada de azulejos es Takei Sanshodo, y solía ser una papelería de Kanda construida en 1927. Está al lado de Hanaichi, una floristería también originaria de Kanda que mezclaba cobre y mortero en una fachada ricamente decorada con flores y motivos detallados.
Edo-Tokyo Open Air Architectural Museum
establishment, museum, point_of_interest- Japan, 〒184-0005 Tokyo, Koganei, Sakurachō, 3-chōme−7−1 内 都立小金井公園
- ★★★★☆
Kanban Kenchiku hoy en día: Conservación y desafíos
A pesar de la reputación que tiene Japón en el extranjero de apreciar y preservar su patrimonio, su historial en lo que respecta a los tesoros arquitectónicos del siglo XX no es precisamente estelar. Además de las pérdidas ocasionadas por la guerra y los incentivos económicos ligados a la renovación urbana, que a menudo entran en conflicto con los intereses históricos y culturales, la conservación de los edificios que aún quedan, sigue enfrentando múltiples desafíos. Uno de los principales es la falta de artesanos capaces de restaurar las intrincadas fachadas características de estas estructuras. Las técnicas tradicionales, como el mortero tallado y el revestimiento de cobre, requieren conocimientos especializados que cada vez son más escasos, a medida que las generaciones mayores se jubilan y menos jóvenes se incorporan al sector.
De algún modo, el estilo Kanban Kenchiku habita ese espacio incómodo en el que no es tan antiguo como para formar parte de los distritos de conservación histórica designados oficialmente, pero sigue siendo demasiado antiguo como para continuar siendo una novedad, por lo que su número sigue disminuyendo con pocas esperanzas de un reconocimiento oficial generalizado. La conservación en los museos es siempre un esfuerzo bienvenido, pero en la época actual, en la que muchos estilos arquitectónicos contemporáneos no están íntimamente ligados a su ubicación y contexto cultural, mantener vivos los edificios existentes es también una parte crucial del mantenimiento de un paisaje urbano interesante que mire al futuro sin borrar su pasado (más reciente).