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Tapas de alcantarilla en Japón: arte bajo tus pies y tarjetas coleccionables

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Quien viaja a Japón suele hacerlo pensando en templos milenarios, jardines zen, neones en Shinjuku o el cruce de Shibuya. Sin embargo, hay un secreto escondido a plena vista: si bajas la mirada, encontrarás auténticas obras de arte en el asfalto. Lo que en otros países es una simple tapa de alcantarilla, en Japón se convierte en un lienzo que cuenta historias locales, muestra tradiciones o rinde homenaje a personajes populares. Estas tapas de alcantarilla decoradas, conocidas como manhole covers, forman parte ya de la cultura urbana del país. Y para los más entusiastas existe incluso una forma de coleccionarlas sin arrancarlas del asfalto: las Manhole Cards, unas tarjetas gratuitas que reproducen los diseños y que han desatado una auténtica fiebre viajera.

La historia de las tapas de alcantarilla japonesas

La historia de las tapas decoradas comienza en los años setenta, cuando Japón se enfrentaba a la modernización de su red de alcantarillado. Se trataba de un proyecto costoso que requería apoyo público. Fue entonces cuando un funcionario del Ministerio de Construcción, Yasutake Kameda, propuso una idea innovadora para captar la atención de la ciudadanía: diseñar tapas que no solo cumplieran una función práctica, sino que también fueran atractivas y representativas de cada localidad.

La primera tapa decorada, instalada en 1977 en Naha (Okinawa), mostraba un banco de peces nadando, símbolo del agua limpia y del nuevo sistema de alcantarillado que se estaba implantando. El experimento tuvo tanto éxito que otros municipios imitaron la iniciativa. A partir de los años ochenta, las ciudades comenzaron a encargar diseños personalizados que representaban monumentos, paisajes o símbolos locales. Con el tiempo, algunos modelos empezaron incluso a pintarse con vivos colores. Lo que nació como una estrategia para acercar la obra pública a los ciudadanos se transformó en una forma de arte urbano reconocida y admirada. Hoy en día, se estima que existen unos 12.000 diseños diferentes repartidos por todo el país.

Tapas de alcantarilla: diseños con identidad local

Cada tapa es un pequeño escaparate de lo que hace especial a su lugar de origen. Algunas celebran la historia y la arquitectura, como ocurre en Osaka, donde el castillo aparece rodeado de flores de cerezo, o en Himeji, donde la silueta del castillo blanco, Patrimonio de la Humanidad, se convierte en protagonista. También hay diseños que miran a las tradiciones más cotidianas: en Matsumoto, por ejemplo, se representan las temari, pelotas de hilo bordado que recuerdan la artesanía local, mientras que en Kawagoe aparece el Toki no Kane, la torre del reloj que evoca su pasado como “pequeña Edo”.

Otros diseños se inspiran en la memoria festiva y el folclore. En Aomori reviven los guerreros iluminados del Nebuta Matsuri, en Fukusaki cobran vida los yokai ligados al folklorista Kunio Yanagita, y en Nara los ciervos sagrados, guardianes del gran parque, se han convertido en motivo recurrente. Incluso las grandes urbes suman sus propios símbolos: en Yokohama se evocan el Bay Bridge y el mar, mientras que en Tokio las tapas se adornan con flores de cerezo y hojas de ginkgo, emblemas de la capital.

Y, como no, junto a los símbolos tradicionales también se han sumado los iconos de la cultura popular contemporánea. Hello Kitty tiene su propio lugar en Tama, y desde 2018 las PokéFuta (tapas de Pokémon) se han expandido por más de una docena de prefecturas, atrayendo tanto a coleccionistas como a fans del anime y el manga.

Manhole Cards: coleccionismo al alcance de todos

En 2016, la iniciativa dio un paso más con la creación de las Manhole Cards, impulsadas por la Gesuido Koho Platform (GKP), una entidad dedicada a la divulgación del sistema de alcantarillado. El objetivo era doble: poner en valor un servicio público invisible y fomentar el turismo local.

Cada tarjeta reproduce en su anverso la fotografía de una tapa decorada, junto con sus coordenadas GPS. En el reverso se explica el origen del diseño, el año de instalación y otros detalles curiosos. El formato es siempre el mismo, lo que convierte a las cartas en una colección homogénea y muy apreciada.

Las tarjetas se distribuyen de manera gratuita, pero con ciertas condiciones: el sistema es muy particular: cada tarjeta se reparte en un único punto de cada ciudad, normalmente una oficina de turismo, un museo o incluso la sede del ayuntamiento. Solo se entrega una por persona, y hay que acudir en horario de oficina.

Actualmente, existen cientos de modelos diferentes y cada temporada se publican nuevos. Algunas ediciones se agotan y nunca vuelven a imprimirse, lo que añade emoción al coleccionismo.

Una afición que mueve viajeros

Lo que podría parecer un simple pasatiempo se ha convertido en un fenómeno turístico. Los aficionados a las tapas, conocidos como manholers, recorren el país fotografiando diseños, intercambiando información en redes sociales y, por supuesto, coleccionando Manhole Cards.

Japón celebra incluso una Manhole Summit, un evento que reúne a autoridades, ingenieros y fans para presentar nuevos modelos y compartir experiencias. En paralelo, han surgido libros, exposiciones y museos dedicados al tema. El Museo del Alcantarillado de Kodaira, en Tokio, ofrece una perspectiva fascinante sobre la historia de este servicio público y expone algunas de las tapas más emblemáticas.

Para los viajeros, esta afición ofrece una forma diferente de explorar el país: cada tarjeta es una invitación a descubrir un nuevo lugar, muchas veces fuera de los circuitos turísticos habituales.

Lo fascinante de todo esto es cómo Japón ha sabido transformar algo tan funcional en un símbolo cultural. Las tapas de alcantarilla no son solo hierro fundido: son retratos de la vida local, recordatorios de la historia de cada lugar y, gracias a las Manhole Cards, también recuerdos que uno puede llevarse en la maleta.

Así que ya lo sabes: cuando viajes por Japón, no olvides mirar hacia abajo. Puede que el suelo te regale una sorpresa que no aparece en las guías, pero que dice mucho de la creatividad y el ingenio japoneses.


Esta entrada fue publicada en Anime y Manga, Aprende, Cultura, FEATURED y etiquetada por Lucia Tsujiguchi. Marca el enlace permanente.

Lucia Tsujiguchi

Llegué de Madrid a Tokio en 2017 con dos maletas repletas de sueños por cumplir y una mochila llena de miedos que vencer. Siempre con mi cámara, que me acompaña en cada uno de mis viajes y aventuras. Quiero narrar la verdadera esencia de este país, el Japón que se oculta en la rutina diaria, en los supermercados locales llenos de abuelas japonesas, en los restaurantes sin menú en inglés, en los tesoros escondidos en las zonas rurales, en las pequeñas cosas de las que apenas nos percatamos en nuestro día a día.

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