No todo en Murakami se reduce al recuerdo de un noble pasado o a la explotación del salmón. Su ubicación costera le confiere un atractivo turístico añadido. Y no se trata de que lo convierta en un destino de sol y playa, algo que el frío mar del Japón no facilita. Tampoco es su combinación de mar y montaña. Los baños y el paisaje son buenos argumentos, pero no el definitivo. La costa de Murakami tiene un tesoro distintivo en su surgencia de aguas termales. Unas aguas terapéuticas que se combinan con una puesta de sol de singular belleza. Por todo ello, Senami Onsen, el distrito marítimo y termal de Murakami, es un destino de gran popularidad a nivel nacional.
Gran ryokan
Para mi estancia en Senami Osen escogí alojarme en Taikanso Senami no yu. Conformado por diversos edificios entrelazados, se trata de un complejo de grandes dimensiones. Pero eso no implica que la atención al detalle que caracteriza a los mejores establecimientos de tipo ryokan quede descuidada. Desde la estación ferroviaria de Murakami, el establecimiento dispone un autobús gratuito para sus huéspedes. El trayecto no dura más que unos minutos. Demasiados, sin embargo, para recorrerlos a pie.
La accidentada orografía del lugar hace que, superada una cuesta, el mar se abra ante nosotros de forma abrupta. Enseguida estamos en la puerta del Taikanso, donde ya nos espera alguien del servicio para recibirnos y tomar nuestro equipaje. Una vez en la habitación, estad atentos porque, ya sobre el tatami, nuestro anfitrión se sentará en la puerta de entrada para desearnos una estancia placentera. Aunque no compartáis el idioma, la cortesía impone sentarnos enfrente y corresponder el gesto devolviendo la reverencia.
Ya solo queda relajarnos cómodamente en la habitación. Y, desde luego, comodidades y argumentos para la relajación no van a faltar. Fijaos, sino, en las vistas que se nos aparecen al separar los shoji; los plafones de papel que aíslan la estancia de sus ventanas.
Baños para todos los gustos
Las habitaciones disponen de baño completo. Un buen punto para los más celosos de su intimidad, pero que carece de mayor atractivo. Y es que, no viene uno a un onsen para bañarse entre cuatro paredes. Taikanso ofrece dos espacios de rotenburo; de baño termal al aire libre. Las afamadas aguas terapéuticas de Senami Onsen se pueden disfrutar aquí en dos ambientes. Uno en el tercer piso, en una gran tina de fragante madera de enoki. El otro, en el piso principal y de mayores dimensiones, de una escenográfica construcción en piedra. Ambos baños se abren al paisaje marítimo. Su contemplación es un placer añadido al que genera el baño en si mismo.
Lamentablemente, el carácter colectivo de tales espacios obliga a prohibir las fotografías. Además, dado el tamaño del establecimiento, es infrecuente encontrarse los baños completamente vacíos para tomar una instantánea. Así pues, no os puedo enseñar una furtiva instantánea de la tina interior del baño de madera. De todos modos, ni mil de mis palabras ni una foto alcanzan a transmitir la sensación de bienestar que deja un baño caliente con la fresca brisa marina del otoño azotándote el rostro.
El sol poniente más famoso del país del sol naciente
Totalmente relajados tras el baño, abrimos el apetito con un pequeño paseo por la playa. Para su contemplación, el hotel ofrece una instalación en la que descansar los pies en el agua termal.
A unos pocos metros encontramos, también, una escultura dedicada a los enamorados. En el momento exacto en que se oculta el sol, en ocasiones, se puede observar un curioso efecto meteorológico. El ultimo rayo de sol, en determinadas circunstancias ambientales, se verá durante un segundo de color verde. La pareja que contemple el rayo verde permanecerá unida y feliz para siempre. Una campana adorna el lugar para que los amantes afortunados puedan pregonar su dicha. También, incomprensibles modas, se ha añadido una pequeña alambrada en la que cerrar un candado.
Desde aquí, la pequeña isla de Awashimaura nos saluda en el horizonte. Algo más alejada, la más famosa isla de Sado se asoma también ocasionalmente entre las brumas. Brumas que, de hecho, constituyen el único punto sombrío de nuestra estancia. La legendaria puesta de sol del lugar nos es robada por la climatología.
La mala suerte con las fechas se corrobora atendiendo al panel magnético que, a modo de calendario, muestra que apenas un fin de semana en todo el mes permitió contemplar el espectáculo natural. El calendario se ubica en el vestíbulo del ryokan, que, por cierto, ofrece una imponente panorámica desde su enorme cristalera.
La cena está servida
Encontramos, al fin, el comedor, y ocupamos asiento a la mesa. No tarda en desplegarse un auténtico desfile de platos para cubrir cada centímetro del mantel. Y no falta, por supuesto, una cuota de salmón, tan propio del lugar. La rosada carne se cuece ante nuestra vista en la pequeña cacerola que humea repleta de pescado y marisco. Otro recipiente al fuego nos permite cocinar las finas lonchas de carne al estilo shabu-shabu, con algunas verduras de acompañamiento. Asimismo, el pequeño kamado metálico de la izquierda contiene el arroz que se acaba de cocinar en la propia mesa. Vino dulce separa la ingesta de los alimentos fríos, también abundantes, de los platos calientes una vez están listos.
El horario de la cena se debe concertar previamente con el personal del establecimiento. Quien se haya alojado en ryokan ya sabrá la razón. Al regresar con el vientre satisfecho, encontraremos transformada la habitación, con el futón ya dispuesto para el descanso. Tan solo nos falta un poquito de sake para despedir la jornada e invitar al sueño. ¡Oyasumi nasai!
Amanece en Senami Onsen
Y nos ponemos en marcha de nuevo para un nuevo día de exploración en Murakami. Antes de adentrarnos en su arte e historia conviene acumular fuerzas. Un remojón matinal y de vuelta al comedor. A diferencia de otros ryokan, aquí el desayuno se adapta más a paladares poco dados a la cocina nipona. Aquellos que no conciben el primer bocado del día sin un café y unos bollos se levantarán con alegría en Taikanso. No faltan, tampoco, alimentos algo más contundentes: salchichas o patatas, fritas o cocidas, para paladares de querencia centroeuropea. Por supuesto, los amantes del washoku también tendrán a mano su ración de arroz, pescado, algas y natto. Además, el formato de buffet libre también dibujará una sonrisa a los de estómago insaciable.
Estamos listos para afrontar una nueva jornada de turismo. No faltan las sonrisas en la despedida. Desde la ventanilla del autobús lanzadera correspondemos a las reverencias de nuestros anfitriones. Nos queda un amable recuerdo del descanso disfrutado que nos acompañará en nuestra ruta porel Murakami más tradicional.
Patrocinado por la ciudad de Murakami
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