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En muchas culturas, los difuntos y sus fantasmas tienen una gran relevancia. Y Japón no es una excepción: la muerte es casi tan importante como la vida. Cuando una persona muere, puede viajar hasta el anoyo (あの世), el más allá. Pero el camino no es fácil y cualquier obstáculo hacia la meta puede hacer que este espíritu se convierta en un yurei (幽霊), un fantasma japonés.

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Estos seres, atrapados entre el mundo de los vivos y los muertos, han tenido una gran transcendencia en el país nipón. Leyendas, rumores, tradiciones y misterios han perdurado incluso hasta la fecha de hoy. Un claro ejemplo es la importancia Festival del Obon, una de las fechas más marcadas en el calendario para un japonés, donde las familias se reúnen para honrar a sus antepasados.

¡Atrévete a conocer más y a seguir leyendo este artículo para sumergirte en el mundo de los yurei!

La muerte en Japón

Antes de empezar, voy a hacer un breve inciso sobre el significado de la muerte en Japón para entender de dónde surgen los yurei.

Según la tradición sintoísta, todos tenemos un Dios en nuestro interior – similar a lo que conocemos como alma – que se sustenta con nuestras carnes. Al morir, este Dios se libera y se separa.

Este espíritu tiene que llegar hasta el más allá, pero es una tarea ardua. Es por eso que, cuando un familiar muere, los vivos tienen que velar por él, ayudarlo y acompañarlo durante su travesía a través de ciertos rituales. Una vez supere todos los obstáculos, este antepasado velará por la vida de los mortales en la tierra y los protegerá de cualquier mal.

Altares para honrar los antepasados
Altar en una casa japonesa. | Fotografía: Yvonne

Pero para aquellos que han tenido una muerte no natural, se hayan dejado asuntos para resolver o no hayan tenido una ceremonia bien realizada, podrían tener un camino complicado y quedarse vagando entre la vida y la muerte.

Así pues, los yureis son estas almas agónicas que no descansarán hasta solucionar sus problemas terrenales.

Características de los yurei

La palabra yurei proviene de los kanjis yu (幽 – oscuro) y rei (霊 – alma). Un yurei siempre tiene forma humana sin pies, flotando en el aire. Además, tienen una larga cabellera negra suelta y visten un kimono blanco utilizado durante los rituales funerarios. También pueden tener alguna deformidad, ya que toman la forma como tenían justo antes de morir.

Me gustaría hacer una aclaración: los yurei no son exactamente un yokai. La diferencia más notoria es que los yokai son seres sobrenaturales pero terrenales, por lo tanto, no están muertos. Si quieres saber más, visita el artículo donde hablamos sobre estos seres.

Existen varios tipos de yurei, clasificados dependiendo de su agonía terrenal. Por ejemplo, los onryo (怨霊) son fantasmas vengativos que murieron con el sentimiento de rencor en su corazón. También hay los kosodate yurei (子育て幽霊), las madres que murieron durante el parto y vuelven para cuidar su hijo o los funa yurei (船幽霊) son personas que murieron en el mar.

Una kosodate Yurei
Una kosodate yurei con su hijo en los brazos.
Imagen: Wikipedia
Un funa yurei
El cuadro de Kawanabe Kyosai «Los barqueros y los fantasmas de los barcos».
Imagen: Wikpedia

Hay yurei conscientes de su situación con los que se puede dialogar, incluso ayudarles a solucionar su problema para que descansen en paz. Pero, también existen los jibakurei (地縛霊), un fantasma atado en un lugar en concreto. Estos son los más temibles, ya que están rodeados de una maldición (祟り, tatari) y cualquier persona que esté allí puede quedar atrapada.

Los yurei a través de la historia

La creencia de lo sobrenatural y de espíritus superiores y temibles está muy arraigada a la peculiar religión que gobierna Japón – una mezcla entre la religión sintoísta y budista – la cual influyó enormemente en la cultura y sociedad japonesa hasta hoy en día. De los sintoístas extrajeron que todo está formado por un espíritu (神, kami ) y de los budistas construyeron la idea de lo que hay después de la muerte.

Existen rasgos primitivos de los fantasmas en Japón en la cultura de los Ainu, los cuales creían que los espíritus (takup) eran la parte maligna de una persona y mandaban mensajes a los vivos a través de sus sueños.

En la cultura japonesa siempre se ha temido a la ira de los muertos que no descansan en paz. Es por ello que cada vez que un emperador moría, era necesario hacer un cambio de palacio, ya que el yurei del antiguo emperador podría acechar a su sucesor.

Lo mismo pasaba con el famoso ritual del suicidio, el harakiri (腹切り) o seppuku (切腹): a los samuráis perdedores se les permitía morir “dignamente” sin ser ejecutados por su enemigo, sino por ellos mismos. Así, evitaban un posible yurei vengativo después de su muerte.

Desde el periodo Heian empezaron a aparecer prácticas para apaciguar a los espíritus, incluso creando la religión Goryo Shinko la cual dedicaba alguno de sus templos a la figura de estos. Sin embargo no hace falta remontarnos a siglos atrás para ver estos lugares sagrados dedicados a calmar las almas atormentadas. Este es el caso del controvertido santuario Yasukuni en Tokio, dedicado a los soldados caídos en la Segunda Guerra Mundial.

También tenemos el ejemplo del tsunami del 2011. Hubo muchas personas que fallecieron de forma fatídica y, por lo tanto, se han generado historias aterradoras relacionadas con aparición de yureis. Richard Lloyd Parry, reportero del The Times of London en Asia, hizo el seguimiento del desastre y durante su búsqueda, descubrió historias espeluznantes como esposas que veían a sus maridos o llamadas en el área de los bomberos pidiendo ayuda para casas que ya no existían.

Yurei moderno
Existen muchas historias relacionadas con los fantasmas yurei. | Fotografía: Joachim Ducos
Llamando a un amigo en japonés diciendo moshi moshi

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Yurei en el arte japonés

No es de extrañar que algo tan importante como los fantasmas se haya reflejado en el arte japonés.

Pintura

Varios artistas del Periodo Edo hicieron grabados de ukiyo-e sobre los yurei. Uno de los primeros fue el “Fantasma de Oyuki”, pintado en el 1750 por Maruyama Okyo, basado en una experiencia del propio autor. Una noche, se despertó viendo la viva imagen de su amante. Fruto de este encuentro decidió pintar su retrato, coincidiendo con todos los rasgos de un yurei.

La pintura creada por  Maruyama Okyo
La pintura creada por Maruyama Okyo.
Imagen: Wikipedia

Si quieres ver pinturas en directo, hay una colección que se puede visitar durante el mes de agosto en el Templo Zenshoan (全生庵 – Yanesen, Tokio). Disponen de 50 pinturas representando a distintos yurei.

La pintura contemporánea también ha reflejado los yurei. Este es el caso de los paneles de Hiroshima. A raíz de la masacre de la bomba atómica, la pareja formada por Maruki Iri y Toshi Marukiha crearon una serie de dibujos reflejando el desastre. El primero de la colección se llama yurei, y representa a todas las almas que murieron en ese instante y que, posiblemente, se convirtieron en fantasmas al no poder morir en paz.

Memorial de la bomba atómica de Hiroshima
El panel de los fantasmas (1950). | Imagen: Maruki Gallery

Narrativa y cuentos tradicionales

La narrativa tuvo un gran impacto en la expansión y la creación de historias de terror. Además, podemos localizar los yurei desde el antiguo Kojiki en el siglo IX hasta al contemporáneo Haruki Murakami en Kafka en la orilla. 

Durante el periodo Edo se popularizaron las historias de terror llamadas kaidan (怪談). Es por eso que muchos autores iban en búsqueda de leyendas y mitos en ciudades y pueblos. Y en muchas de estas historias, como era de suponer, aparecían yurei.

Tres de las historias más conocidas en Japón son los de los San O-Yurei, los tres grandes fantasmas. El primero de ellos es Oiwa (お岩), el yurei del odio, procedente de una adaptación china. El segundo es Otsuyu (お露), el yurei del amor, creado para una obra de kabuki. El último, Okiku (お菊), el yurei del tormento, es un cuento popular de procedencia incierta.

Este último tiene gran importancia, ya que hay muchas leyendas en todo Japón que hablan del fantasma de Okiku, conocidas como sarayashiki (mansión de los platos).  La historia cuenta que Okiku era una criada de una familia adinerada que poseía una importante colección de diez platos de porcelana. Al desaparecer uno, acusaron a Okiku y ella, desesperada, se arrojó dentro de un pozo. Hay muchas versiones, pero el hilo en común es la desaparición del objeto y su suicidio por desesperación. A pesar de que no hay pruebas evidentes, adjudican el castillo de Himeji (姫路城) como el lugar donde habita el fantasma de Okiku.

Teatro

Los yurei aparecen en muchas obras de teatro del noh (能) o el kabuki (歌舞伎), ya que la muerte suele ser un tema recurrente en dramaturgia. Más en concreto, el kabuki durante el periodo Edo fue el precursor de muchas historias de fantasmas, ya que este tipo de teatro estaba destinado para un tipo de sociedad más populista donde se trataban temas sin ningún tabú. Es así que se creó un nuevo género de kabuki: kaidan mono (怪談物).

Fue entonces que el kabuki creó la imagen tal y como conocemos de los yurei. Podemos remarcar el maquillaje llamado aiguma caracterizado por una palidez extrema y los ojos profundos y negros, rasgos que podemos ver en el personaje de la película Ju-On. También era imprescindible las pelucas de pelo largo, fomentando el miedo irracional al cabello largo de mujer y los efectos especiales para generar sensación de ausencia de piernas.

Yurei en la actualidad

Las películas y el J-Horror

Con la llegada del furor de las películas de terror japonesas (J-Horror), los yurei se dieron a conocer en occidente.

Una de las películas más famosas es The Ring (リング -Hideo Nakata – 1998), la película de terror más rentable de Japón. La historia trata de una cinta de vídeo maldita (tatari), que cuando la miras aparece a través de la pantalla una chica que sale de un pozo… exacto, un yurei. El personaje de Sadako tiene toda la apariencia de un fantasma japonés y el pozo nos puede recordar a la historia de Okiku.

Otra saga conocida con yurei es Ju-On (呪怨 -Takashi Shimizu – 2003). Aquí, volvemos a ver una casa maldita donde unos jibakurei atrapados buscan venganza. Cabe destacar que la apariencia de uno de los personajes, un niño fantasma, tiene claras referencias al maquillaje del teatro kabuki, con unos ojos profundos y negros.

Las jiko bukken

El último elemento relacionado con los espíritus que voy a mencionar son las jiko bukken (事故物件). Están bajo ese nombre las casas donde se ha cometido un asesinato, un suicidio o cualquier muerte no natural. También se incluyen aquellas que están construidas encima de un pozo, un crematorio o un lugar donde hubo un incendio o inundación causando daños o muertes. Básicamente, todas aquellas viviendas con algún oscuro pasado. 

Este tipo de casas quedan marcadas para toda la vida: su precio es mucho más barato ya que los japoneses normalmente no quieren vivir en un sitio así.

Después de ver la cercana relación entre los muertos y los vivos en Japón, la razón principal por la que los japoneses no quieren ir a vivir allí es por el miedo de que un yurei habite la casa y ocurran sucesos sobrenaturales.

Si tienes curiosidad por saber qué viviendas son unas jiko bukken utiliza la web Oshimaland. Si mueves el mapa hasta Japón, ¡verás la gran cantidad de casas que están marcadas!

Aún queda mucho por conocer…

Puede ser que todo lo que he contado parezca una historia ajena, pero para concluir este artículo voy a explicaros un caso personal. Durante uno de mis viajes por Japón compartí habitación en un ryokan antiguo con una persona japonesa. El día siguiente, me confesó que un “fantasma” nos había visitado durante la noche. Una chica con el pelo largo nos miraba y se había ido por la ventana. Y cuando miré, efectivamente, la ventana estaba abierta.

¿Sería verdad? ¿Una serie de casualidades? ¿Algo culturalmente muy arraigado? No puedo dar ninguna respuesta clara. Solo decir que después de conocer toda la historia de los yurei, quizás haya muchas cosas inexplicables que nos rodean. ¡Y muchas más que nos quedan por conocer!

Maria Peñascal

Maria Peñascal

Cuando era joven, soñaba con el país del sol naciente. Así pues, un día, decidí mudarme a Japón para experimentar el país de primera mano. Actualmente, vivo entre España y Japón, y estoy dispuesta a compartir su cultura a través de mi fotografía y escritura.

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