La experiencia de dormir en un futón (布団) sigue siendo una de las actividades más llamativas para los viajeros que vienen a Japón. Generalmente, esto sucede al alojarse en un ryokan (旅館, hotel tradicional japonés) o una guesthouse en las que suele haber habitaciones de estilo japonés, llamadas washitsu (和室). Y es que el futón forma parte de ese conjunto de cosas que suele considerarse intrínsecamente japonesas, como el kimono o el sushi.
Pero a diferencia de estos últimos, dormir en un futón sobre suelo de tatami (畳) sigue siendo algo bastante menos accesible en occidente. La gastronomía nipona o muchos de los artículos que se producen en Japón están a nuestro alcance en cualquier parte del mundo. Pero la globalización aún no hace que sea práctico tener tatami en cualquier hogar occidental.
¿Cuáles son los orígenes del futón en Japón?
Cuando decimos futón, nos referimos al conjunto de la colchoneta de algodón y el edredón que va encima, llamados shikubuton (敷き布団) y kakebuton (掛け布団) respectivamente. Y por muy tradicional que parezca, su uso generalizado es algo relativamente reciente. Aunque sus orígenes se remontan al período de guerras civiles, su implantación masiva en los hogares japoneses no sucedió hasta el siglo XX.
Para el periodo Nara (奈良時代, Nara Jidai, 710-794), dormir en una estructura de cama era un lujo sólo reservado a la nobleza. Lo normal para los campesinos era dormir sobre montones de paja, esterillas hechas de paja/junco/plantas de arroz o directamente en el suelo. Fue durante esta época que desde China se introdujeron en Japón las camas más antiguas que se conocen. Asimismo, la cultura del tatami también empezó a desarrollarse durante el siglo VIII.
Durante el periodo Heian (平安時代, Heian Jidai, 794-1185) los aristócratas o miembros de clases altas solían dormir en camas consistentes en varias esterillas de tatami apiladas unas sobre otras, llamadas yaedatami (八重畳). El número de capas era proporcional al rango de la persona en cuestión. La almohada era una pieza más pequeña hecha del mismo material. Multitud de referencias históricas e ilustraciones de la época muestran que lo habitual era que los suelos fueran de madera y los tatamis se usaran como superficie de descanso.
Algodón: Haz la guerra y no el futón
El algodón se introdujo en Japón desde el periodo Heian pero su cultivo inicial no tuvo ningún éxito. La demanda de este producto se empezó a disparar durante el periodo de guerras civiles debido a su utilidad para las mechas de explosivos y mosquetones. El algodón seguía siendo caro y complicado de producir, por lo que la producción se destinaba principalmente a material bélico. Y de manera secundaria, para banderas y la ropa de los soldados. Su uso como material textil destinado a ropa normal era algo bastante residual.
Con el inicio del periodo Edo (1603-1868) y la reducción de la demanda bélica, el algodón empezó a extenderse lentamente entre la población civil. Como lo habitual hasta entonces era dormir cubriéndose con la misma ropa que se llevaba durante el día, la principal innovación consistió en la elaboración de kimonos acolchados para dormir, llamados kaimaki futon (掻巻布団), que en ocasiones también eran fabricados con lino.
Los primeros futones, un lujo al alcance de pocos
En cuanto a la superficie para dormir, lo que usaba la gente común eran los llamados senbei futon (煎餅布団) en alusión a las típicas galletas planas de arroz llamadas senbei, ya que al tener muy poco algodón eran futones algo tiesos. Los futones acolchados seguían siendo un artículo extremadamente lujoso y de fabricación estrictamente artesanal, limitado únicamente a las clases más altas o las más cotizadas cortesanas de lujo.
No fue hasta finales del siglo XIX que empezaron a aparecer tiendas dedicadas a la venta de futones. Aún así, seguían siendo un artículo al alcance de pocos. El abaratamiento del algodón y un mayor acceso a él, especialmente después durante la posguerra, facilitó que por fin los futones de algodón dejasen de ser un símbolo de status y se convirtieran en un artículo de uso habitual por parte de la población general.
Uso de los futones en Occidente
Los futones empezaron a conocerse en Occidente durante la segunda mitad del siglo XX, gracias al aumento de los viajes internacionales. Quienes visitaban Japón y apreciaban esa forma diferente de dormir, a veces traían futones de vuelta consigo o intentaban aprender/adaptar la técnica. Pero estos se diferencian de los originales en que suelen ser algo más gruesos (aproximadamente a medio camino entre un futón japonés y un colchón) para adaptarse al público occidental promedio. Por otra parte, debido a que el tatami no se usa habitualmente en occidente, los futones no suelen ir en el suelo sino sobre alguna estructura de cama o sofa-cama. Son especialmente populares para este último caso por su facilidad para ser doblados.
¿Cómo se fabrican los futones? Cuidados y mantenimiento
Aunque los futones tradicionales suelen ser hechos a mano y 100% de algodón, hoy en día diversos fabricantes también incorporan materiales como poliéster, látex o espuma de poliuretano. El uso de materiales sintéticos no necesariamente debe verse como algo malo, ya que también ayudan a modular el confort y a facilitar su mantenimiento, al no absorber los mismos niveles de humedad que el algodón.
La popularización de los futones de algodón también generó usos y costumbres que han acabado influenciando el paisaje social. La conveniencia del poco espacio requerido ayuda a que no sea necesario que las viviendas sean grandes. Asimismo, la necesidad de tener que mover y airear los futones al sol es uno de los motivos por los que la práctica totalidad de domicilios japoneses necesita tener balcones orientados al sur. Esto asegura suficiente exposición al sol y así aprovechar sus propiedades antibacteriales.
De manera similar, la costumbre de guardar los futones en armarios deriva de la misma causa y fue una costumbre que se empezó a extender a principios del siglo XX. Humedad y tatamis son una mala combinación. Por este motivo, mantener el futón todo el día en la misma posición es una invitación a la aparición de huéspedes indeseados en nuestro valioso rincón de descanso.
¿Qué ventajas tiene para los japoneses dormir en el suelo?
Desde hace muchos años, la experiencia personal de muchos sugería que dormir en superficies más firmes era mejor para nuestra columna. Pero hasta 2005 apenas había evidencia empírica al respecto. Ese año se publicó el primer ensayo clínico que lo confirmaba. Los investigadores evaluaron los resultados de dormir en distintos niveles de firmeza para pacientes con problemas de dolor crónico de espalda. Con una escala de firmeza del 1 al 10 (menos firme a más firme), los niveles 6-7 obtuvieron los mejores resultados. Les siguió en segundo lugar el nivel 8. Por lo tanto es posible beneficiarse de una mayor firmeza sin necesidad de irse al extremo.
Es decir, para los japoneses, dormir en un futón en el suelo no ocasiona dolores de espalda, todo lo contrario. Aunque los dolores de espalda entre la población japonesa son tan prevalentes como en cualquier otro país desarrollado, hay más factores en juego además de las costumbres de alcoba. En cualquier caso, la costumbre de dormir en futón asegura que no empeore.
¿Cuál es el futuro de la cultura del futón?
No hay indicios de que el uso de los futones pueda estar peligrando. Incluso cuando el uso del tatami está en declive, siguen siendo muy habituales los casos en los que un apartamento con suelos de madera u otros materiales, mantenga el dormitorio con tatamis para poder seguir durmiendo sobre un futón. No solamente el factor cultural y la preocupación por la salud, también está el factor práctico. Poder guardar el futón y disponer del espacio adicional es una valiosa ventaja en un lugar en el que las dimensiones habituales de los domicilios no son demasiado amplias. ¿Te animas a probarlo?