En una fría noche y con el vientre saciado, pudimos contemplar el cielo lleno de estrellas de Iiyama. Este era un final apropiado para nuestro primer día en la pequeña ciudad de la prefectura de Nagano. Después de haber disfrutado de un día explorando su zona antigua, bajando en trineo una pequeña montaña de nieve y, por último, cenado nabe (un plato de verduras y carne con caldo caliente) dentro de un iglú (kamakura en japonés 鎌倉), miramos de forma prolongada el cielo estrellado antes de de ir a dormir a nuestro alojamiento.
Maria, una de las escritoras de la web de Voyapon en español, su pareja Hernán, un conocido influencer de Instagram y yo hicimos un breve viaje desde la estación de Tokio hasta la ciudad de Iiyama con la línea de shinkansen (tren bala) Hokuriku. El viaje dura menos de dos horas, apenas el tiempo suficiente para disfrutar del impresionante paisaje al salir de la concurrida área metropolitana y entrar en el pintoresco valle del norte de Nagano.
Después de un año viviendo y trabajando en Japón, Maria estaba a punto de regresar a su país natal. Hernán se uniría a ella durante un tiempo para explorar juntos alguna parte de Europa, por lo que este viaje fue, quizás, su última oportunidad para crear un recuerdo de Japón juntos. Poco sabíamos que nuestros anfitriones en la ciudad de Iiyama habían planeado un itinerario para nosotros que no podremos olvidar fácilmente.
Todo comenzó con la visita al Centro de Actividades Shinetsu-Shizenkyo, en el primer piso de la estación. Aquí se puede alquilar o comprar ropa/equipo utilizado para muchas de las actividades al aire libre por las que Iiyama es famoso: deportes de nieve, recorridos en bicicleta y excursionismo en el Sendero Shinetsu, entre otras. Los tres, junto con nuestros nuevos amigos de la compañía de viajes JTB de Tokio, alquilamos ropa de abrigo adecuada para las actividades de nieve en las que estaríamos participando durante los próximos días.
Bajando en trineo en la aldea de Kamakura
Resultó que, finalmente, íbamos a necesitar esa ropa de inmediato ya que nuestra siguiente parada era la pequeña montaña de nieve en la aldea de Kamakura, a la que se accede en trineo. La palabra kamakura en japonés significa «iglú» y allí se construyen casi dos docenas de estas estructuras cada invierno para el Festival Iiyama Kamakura. Puedes ir allí y, dentro de un iglú, disfrutar de un nabe con comida local debajo de las estrellas, algo que haríamos más tarde.
El pueblo de iglúes está construido sobre una amplia llanura que, durante las otras tres estaciones son arrozales. En un año típico, el pueblo de Kamakura estaría lleno de nieve. Pero debido a una temporada de invierno extraordinariamente cálida en Japón, tuvieron que traer nieve con camiones de las montañas para poder construir los iglúes. Esto, sin duda, es la definición de dedicación. Tuvimos la suerte de conocer al grupo de hombres cuyos brazos fuertes construyeron y mantuvieron estas grandes estructuras de nieve. Con gran entusiasmo, les pedimos posar para una foto grupal.
Este año, la montaña de nieve por la que se baja en trineo era pequeña, supongo que es el resultado de la falta de nieve. Aun así era lo suficientemente agradable para unos habitantes de Tokio como nosotros, que solo vemos un par de centímetros de nieve cada año. Desafortunadamente, el parque de motos de nieve que había al otro lado de la calle sí que se había visto afectado por la poca cantidad de nieve y no estaba disponible esta temporada.
Después de explorar la aldea de Kamakura a la luz del día, quemando algunas calorías en la carrera de trineos, nos dirigimos a la cercana Michi no Eki para un almuerzo rápido. Si no estás familiarizado con el encantador término de Michi no Eki de Japón, déjame que te lo explique en las siguientes líneas.
Michi No Eki: sirviendo a los viajeros en Japón
En España, si conduces por una autopista, seguramente te encontrarás con las «áreas de descanso». Para la mayoría de personas, este nombre no tiene sentido ya que lo que vas a querer hacer es todo menos descansar. Lo más probable es que quieras estar un corto plazo de tiempo y volver rápidamente a tu coche, salir del estacionamiento y regresar a la carretera. Pero el Michi no Eki japonés tiene un significado exactamente opuesto. Es un sitio limpio, acogedor y que ofrece servicios que realmente desearíamos utilizar. A veces, incluso, se realizan paradas innecesarias solo para visitarlos. O, como hicimos nosotros, una pausa para almorzar.
El Michi no Eki de la ciudad de Iiyama vende productos locales, proporciona información para viajar, dispone de unos baños impecables y, lo más importante, ofrece una deliciosa comida en un pequeño restaurante. No hace falta decir que las comidas que se sirven aquí son especialidades locales con ingredientes frescos de la zona. Las porciones son perfectas: no hay problema para aquellos con temor a llenarse y entrar en un coma alimenticio al volante del coche. Maria y Hernán probaron el plato japonés con inspiración italiana doria (cazuela de arroz al horno) con champiñones cultivados localmente. ¡Se veía increíble!
El antiguo pueblo de Kosuge en Iiyama
Después de almorzar tuvimos algo de tiempo libre antes de realizar el check in en nuestro alojamiento, por lo que nuestra anfitriona nos llevó por la ladera de la montaña para ver la nieve virgen que rodeaba el hermoso lago Hokuryuko (que estaba parcialmente congelado). Como era una de las pocas experiencias de Maria con la nieve, ella y Hernán disfrutaron mucho jugando.
Desde allí viajamos unos minutos hasta Kosuge, un antiguo pueblo en la ladera de la montaña, responsable del cuidado de un complejo santuario de 800 años de antigüedad. Durante la temporada de otoño visité por primera vez este pueblo, por lo que fue maravilloso ver los majestuosos cedros y edificios antiguos de Kosuge rodeados de nieve.
Después de visitar el antiguo santuario de Satosha Honden, caminamos hasta el torii que marca el ascenso hasta el santuario Kosuge, cuyos escalones de piedra están rodeados por cedros. En lugar de hacer la caminata de una hora hasta el santuario, utilizamos ese lugar para hacer una sesión de fotos para nuestros perfiles de Instagram. De camino hacia el torii los locales nos saludaban y entablaban conversación, explicándonos algo sobre la historia de la aldea. Hay una curiosa cercanía en estos lugares, ya que los visitantes pueden hablar con los locales del pueblo. Incluso los gatos locales mostraban curiosidad hacia nosotros.
La amabilidad en el Flora Togari
Después de nuestra pequeña aventura en Kosuge hicimos el check in en nuestro alojamiento Flora Togari, un minshuku. Para los occidentales, lo podemos traducir como un bed and breakfast amigable. Allí puedes tener tu propia habitación para dormir y relajarse, pero la mayoría de las veces, las instalaciones de baño y lavabo o onsen (aguas termales) son compartidos y segregadas por género. A menudo se ofrece tanto desayuno como cena. No es el mismo nivel de lujo que se puede encontrar en un ryokan (alojamientos típicos japoneses) pero, según mi experiencia, los chefs locales son bastante hábiles utilizando los ingredientes que tienen a su alrededor.
Las habitaciones en el Flora son bastante simples: un suelo de tatami con una mesa baja y cojines zabuton para sentarse encima, una pequeña televisión y en el armario, un futon y una manta para dormir. Para mí fue perfecto: después de tomarme un baño en el onsen, estaba listo para dormir. Los minshuku son bastante asequibles, más baratos que un ryokan o un hotel de estilo occidental.
Ya que íbamos a cenar en el pueblo Kamakura (el sitio de los iglúes), tuvimos que saltarnos la cena en el Flora. No obstante, y de forma altruista, nos regalaron un poco de karaage (pollo frito japonés) recién cocinado como aperitivo para nuestro viaje en autobús a la aldea.
El día siguiente, nos prepararon un desayuno típico japonés. Sin embargo, el arroz koshihikari era más especial: había sido sembrado y cosechado por los dueños del Flora. No hay nada más directo del campo que eso.
Cuando nos fuimos, los propietarios nos regalaron amablemente a cada uno de nosotros una manzana roja Fuji, uno de los muchos productos del área de Iiyama.
La aldea Kamakura: un nabe dentro del iglú
Pero volvemos a nuestro evento principal del día: cena en la aldea Kamakura. Nuestros anfitriones hicieron una reserva para nosotros, así que fuimos a la ventana de recepción y recogimos una tarjeta que tenía impreso el número de nuestro iglú y una canasta con mantas. No es novedad, los iglúes están fríos por dentro. Así que si sientes un poco de frío, te puedes poner la manta sobre tus piernas y te calentarás en poco tiempo. Además, en la misma ventana, nos informaron que entregarían la olla caliente y todos sus utensilios necesarios a nuestro iglú en 15 minutos. Mientras tanto… ¿Por qué no pasear por el pueblo iglú para disfrutar de la hora mágica del atardecer?
A medida que anochecía, el pueblo de los iglúes se volvía más y más fotogénico. Las luces ámbar que seguían el camino que conducía al santuario de la nieve se hicieron más visibles. Maria y Hernán aprovecharon la oportunidad para tomar algunas fotos juntos para después poder recordar su viaje. Las montañas en el lado este del valle brillaban con la luz del sol poniente. Al cabo de poco tiempo, el personal nos informó que nuestro nabe había sido entregado y que podíamos servirnos a nosotros mismos cuando estuviéramos listos.
El nabe es un plato típico en Japón durante los meses más fríos. Verdura y carne de temporada se cuecen a fuego lento dentro una olla con caldo. Normalmente, esta olla está encima de la mesa para que cualquiera se pueda servir a su gusto cuando los ingredientes estén listos. El caldo puede variar, desde un simple con sal y dashi (pescado) hasta un intenso tonkotsu (carne) hervido con hueso de cerdo. Incluso existe el de sabor a kimchi, inspirado en la cocina coreana. Después de disfrutar de todos los ingredientes y dejar el caldo, se pueden agregar fideos para terminarlo. Además, la aldea de Kamakura nos proporcionó onigiris (bolas de arroz) para comer con el nabe, pero si aún tienes hambre, puedes pedir algunos fideos udon para agregarlos a la olla al final.
En concreto, el nabe que comimos era Noroshi nabe, una especialidad local con tiras de cerdo miyuki y varios tipos de deliciosas setas locales. Esto se complementa con algunas patatas, repollos y otras verduras cultivadas localmente. Todo esto se cuece a fuego lento en un caldo de tonkotsu. Había mucha comida y hasta podías rellenar tu tazón varias veces. Al mismo tiempo, este plato servía para calentar nuestros cuerpos. Si un nabe no puede calentarte lo suficiente, intenta probar un poco de sake producido localmente, como hicieron Hernán y Maria.
Finalmente, con nuestros estómagos fuera de peligro y calientes gracias al nabe, nos sentamos fuera del iglú bajo las estrellas. Estábamos impactados por la cantidad que son invisibles desde nuestras casas en Tokio. Para Maria y Hernán fue un viaje inolvidable, ya que no importa cuánto tiempo te quedes en Japón, siempre hay alguna experiencia única para saborear.
Al día siguiente, nuestro grupo continuaría nuestra aventura con una actividad que solo se puede hacer en un lugar en Japón: ¡andar en bicicleta por la ladera de una montaña!
Cómo llegar hasta la aldea de Kamakura en Iiyama
Para llegar hasta la ciudad de Iiyama desde Tokio hay un corto viaje en shinkansen de menos de dos horas. Cuando llegues a la estación de Iiyama, puedes tomar un autobús o un taxi hasta la aldea de los iglúes de Kamakura. Visita el Centro de Información Turística de Iiyama en el primer piso para obtener ayuda y folletos en inglés.
Si quieres ir a cenar en la aldea de Kamakura, la mejor opción es seleccionar el paquete que incluye un minshuku como Flora Togari. La oficina de turismo te puede mostrar algunos de los paquetes que incluyen alojamiento y otras actividades de invierno como raquetas de nieve y aguas termales.
Artículo traducido: Maria Peñascal
Patrocinado por Shinshu-Iiyama Tourism Bureau (Prefectura de Nagano)