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La muerte. Ese misterio aún por resolver. Ese fenómeno sin respuesta que todas las culturas intentan comprender. El paso a “la nueva vida” que afecta a las emociones y el día a día de los vivos. ¿A dónde vamos cuando morimos? ¿En qué nos convertimos? ¿Los difuntos nos pueden ver y ayudar desde el más allá?

A lo largo de la historia, cada cultura ha generado una serie de rituales colectivos en torno al culto de la muerte para poder superar el dolor, la pérdida y la ausencia de las respuestas sobre el tema. Y la muerte en Japón es un tema sumamente interesante. Con un increíble trasfondo espiritual, Japón tiene una forma única de responder todas estas preguntas.

Foto: Estelle Loiseau

Muerte en Japón: su significado

En Japón cohabitan en armonía la religión sintoísta y budista, compartiendo muchas creencias como la importancia del alma de los seres vivos. En el sintoísmo se cree que cada persona alberga un kami 神, una deidad dentro del cuerpo. Al morir, este espíritu recupera su fuerza y emerge, requiriendo cuidados y ofrendas como comida, bebida y entretenimiento para «sobrevivir».

En Japón, la muerte se considera una transición fundamental, similar al nacimiento. Para asegurar un viaje pacífico al más allá, el difunto y su familia deben realizar rituales específicos. La persona debe dejar el mundo en completa paz, libre de asuntos sin resolver o pensamientos negativos, ya que éstos podrían interrumpir su camino.

Esta creencia es paralela a la confesión cristiana en su énfasis en la pureza, pero la perspectiva japonesa va más allá. La armonía y el cierre son esenciales, enfatizando la importancia cultural de mantener el equilibrio incluso después de que la vida termina. Un japonés no puede dejar nada por resolver, ni rencor, ni la más mínima duda. Un simple pensamiento negativo antes de morir podría causar problemas en su viaje al más allá.

La muerte en Japón y la moralidad japonesa

Cuando exploré por primera vez la cultura japonesa, me sorprendió lo diferente que se expresan el honor y la moralidad en comparación con mi propio entorno. Descubrí que este contraste se debe al profundo significado de la muerte en la sociedad japonesa.

Como ya se ha dicho, el espíritu de una persona fallecida necesita el apoyo continuo de los vivos. ¿Por qué dedicarse a elaborados rituales y ofrendas por alguien que ha fallecido? La respuesta está en el gimu 義務, la obligación moral que los hijos tienen para con sus padres, un profundo sentido de gratitud y deber fundamental en los valores japoneses.

El gimu, la deuda moral irresoluble

En Japón, los padres conceden el don inestimable de la vida, creando un vínculo eterno de gratitud conocido como gimu, una deuda impagable de los hijos. Este deber moral se transmite de generación en generación, y el pago comienza tras la muerte de un progenitor asegurándose de que fallezca en paz, realizando rituales funerarios y continuando con las ofrendas de comida y bebida para honrar su espíritu.

El cumplimiento de estas obligaciones proporciona protección de un sorei 祖霊, un espíritu ancestral benévolo. Sin embargo, descuidar estos deberes conlleva el riesgo de convertir al espíritu en un yurei 幽霊, un alma atormentada.

Esta tradición sustenta el Obon, el festival de verano japonés para honrar a los muertos. Las familias se reúnen para visitar las casas ancestrales, presentar sus respetos y asegurarse de que sus seres queridos descansan en paz, lo que convierte al Obon en una pieza clave de la cultura japonesa.

La mezcla entre la moral social japonesa y las supersticiones religiosas hace que los japoneses teman y amen a la vez a sus antepasados. Esta es la razón por la que, hoy en día, la mayoría de los hogares japoneses tienen altares dedicados a sus difuntos, ofreciéndoles comida, sake y parte de sus pensamientos. En parte, por esta obligación moral, por cumplir esa deuda imposible y para que les protejan de todos los males.

El cielo y el infierno en la cultura japonesa

La primera religión en introducirse en Japón fue la sintoísta, con el concepto del konoyo この世 (este mundo) y el anoyo あの世 (el más allá), destacando su estrecha conexión. Aunque llegar al más allá es todo un reto, el movimiento entre mundos se hace más fácil una vez en el más allá. Para muchos japoneses, la presencia de fantasmas es natural, ya que los espíritus atraviesan el yominokuni 黄泉の国, un reino parecido al Hades con una entrada que se dice que está en Yomotsu Hirasaka, en la prefectura de Shimane.

La llegada del budismo aportó nuevas perspectivas sobre la muerte, incluida la cremación y la idea del Jodo 浄土, el paraíso de la Tierra Pura dirigido por Buda Amida. También introdujo el jigoku 地獄, un infierno japonés único con innumerables reinos, cada uno con castigos ligados al fuego o al hielo.

El terreno volcánico de Japón inspiró creencias sobre las puertas del infierno, considerándose entradas lugares como las termas de Beppu, Noboribetsu en Hokkaido, el monte Tate en Toyama y el monte Osore en Aomori. Incluso el templo Senkoji de Osaka ofrece una representación del cielo y el infierno.

La muerte en Japón a lo largo de la historia

Los antiguos japoneses eran muy espirituales. Solían suponer que sus antepasados eran los creadores de los desastres naturales de la isla. Los imaginaban como almas fuertes con grandes poderes que dominaban a los espíritus de la naturaleza. Por si fuera poco, la muerte ya tenía gran importancia durante el Periodo Jomon 縄文時代 (14.500 a.C – 300 a.C), ya que algunas tumbas antiguas demuestran la realización de rituales específicos.

Durante los periodos prehistóricos Yayoi y Kofun se produjo una clara evolución. En el periodo Kofun, los habitantes del archipiélago japonés empezaron a cambiar su concepto funerario. Podemos verlo en la modificación de las formas de sus tumbas. Hoy en día, se puede ver su legado en diferentes lugares como Osaka.

La muerte budista: Período Heian

El budismo arraigó profundamente en la sociedad japonesa durante el Periodo Heian (794-1185), introduciendo profundos cambios en las creencias sobre la muerte y el más allá. Las costumbres funerarias de las clases altas se convirtieron en elaborados rituales, centrados en morir en el estado más puro posible para asegurarse la paz eterna.

Una práctica notable consistía en aislar a la persona moribunda en una habitación libre de estímulos para evitar distracciones o pensamientos impuros. Los individuos más ricos solían tener un zenchishiki 善知識, un cuidador que recitaba sutras para ayudar a mantener una concentración perfecta.

A finales del periodo Heian, la cremación había adquirido importancia como ritual budista significativo, simbolizando la unión del cuerpo y el alma del difunto con Buda. Practicada inicialmente por la élite, se generalizó durante el periodo Kamakura.

La muerte en Japón por honor: seppuku o harakiri

Durante el periodo de los samurái, se introdujo la práctica del seppuku 切腹, también llamado harakiri 腹切り, un método ritualizado y honorable de suicidio. Este acto solía llevarse a cabo cuando un samurái fracasaba en una misión o era derrotado en batalla, simbolizando la redención y la dignidad.

El proceso implicaba utilizar una espada para cortar el abdomen, una elección deliberada que reflejaba la creencia de que el alma residía allí. Con este acto, el samurái pretendía liberarse y morir con paz y honor, evitando remordimientos o deshonra.

El seppuku no era exclusivo de los samuráis; los plebeyos también podían ser condenados a este método de muerte. Aunque pueda parecer sombrío para los estándares modernos, durante aquella época, el seppuku se consideraba la forma más digna de morir. Representaba el valor, la autodisciplina y el acto supremo de respeto a uno mismo. Para aquellos que se enfrentaban a la muerte, realizar el seppuku se consideraba un último y honorable regalo a uno mismo.

La muerte hoy en día: cambio de perspectiva

El sentido de la muerte va evolucionando a medida que lo hace una sociedad. Actualmente, la esperanza de vida en Japón es una de las más longevas del mundo, es por eso que las personas mayores, tras jubilarse, tienen tiempo para disfrutar de los años que les quedan y pensar cómo quieren morir.

¿Morir en paz es posible en el Japón de hoy en día?

La muerte en Japón ha estado rodeada durante mucho tiempo de estrictos rituales, que dejan poco margen a la elección personal en los últimos días. Sin embargo, las tendencias modernas chocan de vez en cuando con las antiguas tradiciones. El deseo de «morir en paz» sigue muy arraigado en la cultura japonesa. Muchos prefieren morir en casa antes que en un hospital rodeados de máquinas. Esto refleja un anhelo de dignidad y serenidad en los últimos momentos.

La donación de órganos es otro ámbito de tensión cultural. Las creencias tradicionales subrayan la importancia de permanecer íntegro hasta la cremación para garantizar una vida eterna armoniosa. Estas creencias suelen disuadir de la donación de órganos, ya que entran en conflicto con las opiniones religiosas sobre la eternidad.

Además, la familia desempeña un papel fundamental en estas decisiones. En Japón, los parientes tienen la máxima autoridad sobre el destino de la persona apunto de fallecer, lo que complica aún más las cosas cuando las preferencias modernas divergen de las expectativas tradicionales.

La muerte ya no es un acto comunitario

En el Japón de antaño, los rituales funerarios eran responsabilidad de la comunidad y fomentaban la unidad, ya que los miembros gestionaban colectivamente los preparativos y el duelo. Sin embargo, las generaciones modernas se están alejando de esta tradición. Muchos contratan ahora a profesionales para que se encarguen del proceso, lo que provoca una pérdida de conocimientos rituales y un declive del vínculo comunitario que antaño era fundamental en estos acontecimientos.

Este cambio refleja cambios sociales más amplios, alterando el significado simbólico y cultural de los rituales de la muerte en el Japón actual.

No podemos saber adónde vamos después de la muerte, pero podemos creer firmemente en algo mientras vivimos. En Japón se cree que los muertos nunca nos abandonan y nos cuidan o, por el contrario, nos molestan. Aunque vivamos en un mundo rodeado de los nuevos avances de la modernidad, sigue existiendo un mundo espiritual con creencias arraigadas en la tradición. Si tradición y modernidad pueden ir de la mano, ¿por qué no el mundo de las almas y el de los vivos?

Para este artículo se ha utilizado el libro Yurei: los fantasmas de Japón de Zack Davisson como referencia.

Maria Peñascal

Maria Peñascal

Cuando era una niña, soñaba con el país del sol naciente. Así pues, un día, decidí mudarme a Japón para experimentar el país de primera mano. Actualmente, vivo entre España y Japón, y estoy dispuesta a compartir su cultura a través de mi fotografía y escritura.

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